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El Telégrafo
Juan Carlos Morales

Parásitos, el malestar como metáfora

20 de febrero de 2020

Arhur Young, viajero del siglo XIX, cuenta sin una pizca de complejos que vendió su caballo en 600 libras tornesas (cuatro años de salario anual para un “sirviente ordinario”), refiere Thomas Piketty, en “El capital en el siglo XXI”. Los novelistas del XIX, dice, describen un mundo donde la desigualdad era en cierta manera necesaria: si no existiera una minoría suficientemente rica, todo el mundo debería preocuparse por sobrevivir. “Esta visión de la desigualdad tenía por lo menos el mérito de no describirse como meritocrática”, acota.

Parásitos, del director surcoreano Bong Joon Ho, está construida de anti-héroes y con un aire kafkiano de cucarachas. Roberto R. Aramayo increpa: “Quien vea esta película queda bien motivado para leer a Piketty. E igualmente para releer el “Discurso sobre el origen de la desigualdad” de Rousseau. Bajo los malos gobiernos -advierte Rousseau- la igualdad proclamada por las leyes no pasa de ser aparente e ilusoria. No debería consentirse -dice- que un puñado de gentes rebose de superfluidades mientras la multitud hambrienta carece de lo necesario”.

En las primeras escenas, la familia Kim del subsuelo busca desesperadamente conexión wifi y la halla en el retrete, entre el “olor de pobres”. Afuera la realidad vergonzante: ocho hombres, sin ruborizarse, tienen la misma cantidad de dinero que 3.600 millones de seres humanos.

Corea del Sur está entre las 10 economías más importante del mundo, pero un Kim requiere –con salario promedio de allá- 564 años de trabajo para tener una tétrica casa como la de los Park (el glamuroso tacho de basura cuesta $ 2.000 y fue prestado para el film). ¿Necesitamos todos una casa como la de los Park con su horrendo secreto? Le Corbusier tenía una casa de 3x3. Hay que leer “El intestino del Leviatán”, de Santiago Zarria, en Plan V, donde dice que hay que domar a la bestia –el sistema capitalista- porque terminará por hundirse. (O) 

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