El confinamiento ha inducido a que escuelas, colegios y universidades se obliguen a la implementación de la educación “en línea”.
La evolución tecnológica determinó, en diferentes tiempos, su incorporación a la educación. En los años 30, la radio intentó constituirse en un vector de educación formal, sin éxito. En los 50, la televisión intentó asumir dicho papel y vio sucumbir el propósito ante el lucro del entretenimiento. En los 90, la aparición de la internet facilitó el desarrollo de la educación telemática con la oferta de programas de educación superior y la aparición de instituciones dedicadas exclusivamente a la educación en línea.
Más aún, en la segunda década del siglo XXI, la universidad de Stanford, con el lanzamiento de Coursera, una plataforma virtual, dio lugar al concepto de Cursos Masivos de Educación En-Línea, que hoy se ofrecen, por muchas otras plataformas y universidades, gratuitamente o por pago. No hay duda que la educación en línea se ha establecido firmemente, tiene enorme potencial y reemplazará, en algunas circunstancias, a la educación universitaria presencial.
Si bien es cierto que la educación en línea permite estudiar a quienes, por razones de trabajo, horario o compromisos familiares, no pueden asistir presencialmente y en horarios definidos a las universidades, la educación en línea, en mi opinión, no alcanza a cumplir con la calidad de la educación presencial, cara a cara, en el salón de clases, en el campus universitario.
La pandemia ha permitido evaluar como un experimento forzoso las limitaciones de la educación en línea, como ya lo han advertido, antes de la pandemia, análisis que miden el desempeño. En efecto, estudios prospectivos y aleatorizados que comparan rendimiento, compleción de los cursos y aprendizaje, realizados en ambientes controlados y en entornos universitarios muestran que, los estudiantes en los grupos de educación presencial, tuvieron mejores resultados (Protopsaltis, Baum, Figlio, Rush, Lu Yin, Quan – 2016-2019-).
La educación en línea, es fundamental en el mundo actual y tiene su espacio incontestable; más aún, apenas estamos en los albores de su desarrollo. No obstante, la educación presencial, aquella que es connatural al hombre, con conversación directa entre pares, con el maestro y con interacción natural, aquella, es irremplazable. (O)