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El Telégrafo

Ecuador: ¿con qué palabras nombrarte?

21 de marzo de 2019

Tenía 5 años cuando mi abuelo me llevó a conocer los animales de un circo, cuenta Gabriel García Márquez. Entonces, apareció un caballo maltrecho y desolado. Es un camello, le dijo el abuelo. Perdón coronel, es un dromedario, replicó un hombre. El abuelo llevó al niño hasta su casa y allí consultó un enorme diccionario. “Este libro no solo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca”, “los diccionarios tienen que sostener el mundo”, exclamó mirando en el lomo el dibujo de un Atlas colosal.

Ahora, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, fundada en 1874, ha emprendido una tarea igual de titánica: el Diccionario Académico del Habla del Ecuador (DAHE) y se encuentra en la letra E. Para tener una idea, a partir de al menos diez fuentes, se ha constituido la macroestructura (que es la lista de palabras a definir. Solo en la “A” se definieron 796 y se aspira a incluir al menos 10.000 ecuatorianismos).

Para poner los ejemplos se consultan fuentes escritas, entre las cuales se incluyen tuits, siempre que el usuario sea ecuatoriano. En este diccionario se incluyen palabras como: “¡Achahay! (Del quichua achachai, “¡qué frío!”) Expresa sensación de frío. Total, es más recomendable para la salud, así se diga “achachay”, meterse en el chorrito helado. El Tiempo, 08.03.2011.” (DAHE, s.v. achachay)

Allí están estos quijotes amantes de las palabras, liderados por Susana Cordero de Espinosa (directora de la AEL): Diego Araujo, Rodrigo Borja, Fabián Corral, Marco Antonio Rodríguez, Simón Espinosa, Fernando Miño, Julio Pazos, Bruno Sáenz y Valeria Guzmán, quien dice: “Ojalá el DAHE sea por fin la obra lexicográfica que venga a subsanar la inmensa deuda de la Academia Ecuatoriana de la Lengua con nuestra lengua materna, con esta variante de español tan a todo dar, alhajosa, bacana, a lo bestia, buenaza, chévere, maestra, plena, tuca…”.

Ojalá un día los niños ecuatorianos puedan descubrir el asombro de una palabra en un diccionario que le hable como las populosas calles, que le muestren un espejo donde mirarse con orgullo. (O)

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