Papel y un lápiz, lentes, a ver: para mi abuelita ese chal que vi en la tienda de cosas andinas, yala, visto, para mi abuelo ese disco de boleros que encontré en el local de música, yala, visto, para mi mami y mi viejo el viaje a Galápagos, yala, visto; como pueden darse cuenta yo ya estoy haciendo la lista de regalos para este 25, y ya mismo termino, pero estoy seguro que va a pasar lo que siempre pasa cuando estoy a punto de terminar o sea, sonará la melodiosa voz de mi esposa con la siguiente proclama:

“¡Mi amooooor! No te olvides que viene a cenar con nosotros mi prima Pao con su hija Paolita y su compañerita canadiense de intercambio que se está quedando en su casa y que viene con el enamorado, ese chico surfista brasileño que conoció en Montañita.

Además hay que contar a mi tía Nancy, obvio que vendrá con mi tío Pepe y claro, la chica que los cuida, Sarita, tú sabes que ellos ya están mayorcitos y la necesitan, además recuerda que ella viene con sus dos hijitos porque a dónde los va a dejar en estas fechas. Y no te puedes olvidar de Karina y Micky que vienen a cenar ahora para que el 31 nosotros nos vayamos con ellos a Salinas...”

Siempre es así, ya mismo que me rayo y a toditos les regalo medias, corbatas, pañuelos y ropa interior, que son los típicos regalos del tipo “pariente en 2do grado”, más claro, lo que te regalan las tías, pero que también son obsequios para salir rápido del paso, así como las tarjetas de consumo de los almacenes o el peor de todos los regalos, ese que carece absolutamente de imaginación, ese presente que  dice “no tengo tiempo de pensar en ti y menos en lo que te gusta” o sea un sobre con plata y ya... y encima con poca plata, porque bueno, siendo sincero, si fuera un sobre con unos veinticinco mil dólares adentro pues nadie se resiente, pero lo que te encuentras son cinco, diez, quince dólares, diecinueve con treinta y siete centavos y un botón u otros centavitos de otros países, más claro, el último contenido del fondo del bolsillo del jean, ese que sale hasta con pelusas.

Hay que ser atinado con los obsequios, no cometas el error de comprarle a tu hijo un juguete “parecido” al que te pidió y no el que te pidió, porque te lo tiran por la cabeza, ni tampoco intentes compensarlo con promesas a futuro tipo, “mijito no te pude comprar la súper mega pista vórtex quántica asesina de carros cybertrónicos que se convierten en insectos voladores mientras cambian de color cuando disparan rayos láser y chorros de agua al mismo tiempo que son iphone, ipad y ipod… pero en cambio te abrí una cuenta de ahorros en la que voy a empezar a depositarte cada quincena una cantidad que nos permitirá llevarte a Disneyland cuando tengas, digamos, haciendo cuentas, unos 37 años”. Y usted ¿ya hizo la lista?