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El Telégrafo

Justin Bieber

Justin Bieber
08 de noviembre de 2013 - 00:00

Conmoción causó desde el primer momento que se supo que venía al Ecuador, opiniones de apoyo y de rechazo, gritos, desmayos, filas y cientos de chiquillas graznando y adultos cantando desafinado, en redes sociales los frígidos sociales se canibalizaban en frenesí de consumo, mientras que para mí era interesante porque sin duda el mocoso que ya no lo es tanto, porque ha crecido, es sin duda alguna la estrella de pop del momento, entonces no hay que ser un genio para descubrir que hay cosas en este país que están cambiando. Guardando las distancias es como que si hubiesen traído a un Michael Jackson en la era de Thriller, hablo de popularidad, aclaro antes de que salte algún miembro de la real academia del sufrimiento.

Recuerdo cuando durante mucho tiempo lo máximo que vimos por acá fueron unas dudosas presentaciones de Toto y Survivor, cada banda con uno o máximo un par de miembros originales y eso era lo más ¡guau! que como movida farandu-artística nos había pasado, amén de Menudo al principio de los ochenta, Vanilla Ice (que hasta los propios hermanos Miño-Naranjo afirmaban que era sobrino de ellos) en el estadio Modelo, algunos años antes Héctor Lavoe, detenido por actos obscenos en el escenario y liberado por el entonces intendente Abdalá Bucaram con la condición que diera un concierto gratis, y yéndonos a la época de nuestros padres hay que nombrar a Daniel Santos, preso por revoltoso lo que cuenta en “cataplún” y Enrique Guzmán, estos dos quedándose casi a vivir en Guayaquil y Punta Carnero, respectivamente, abriendo negocios propios: “El Barquito” y “Enrique’s, en su orden. Hasta que un día vino Bon Jovi, con Sambora y todo, justo cuando estaba muy de moda con su tema ‘Always’, era un 31 de octubre igual que el día de Justin y desde ahí fue como que comenzamos a pensar que era posible que estuviésemos en el mapa de las estrellas, como si de ellas se tratase y no de los empresarios; y luego llegaron Def Leppard y Iron Maiden y Ozzy Osbourne y Miley Cyrus y Jonas Brothers y hasta John Malkovich a quien cierta prensa no supo más que pedirle que dijera ceviche y guatita en un idioma que no domina, por eso la pareja conocida como ‘Bradgelina’ estuvo mejor de incógnita en las Galápagos, no sea que pretendan burlarse de su pronunciación en español.

Viene a mi mente el torneo de celebridades Pancho Segura, cuando presentaban partidos de tenis entre famosos internacionales junto con locales; recuerdo que cuando vino La Niña Maravilla (Vicky, la robot de la serie ‘Small Wonder’) ya no era tan niña, estaba pechugona, en todo caso era una cosa muy jet set guayaco-ecuavisa-tenis club pero entretenida.

Mi hija no fue a ver a Justin, no ha sido ‘belieber’, yo feliz porque me gusta el rock, puse una sonrisa grande en mi carota que me fue tumbada rápidamente cuando me dijo que vaya ahorrando para cuando venga ‘One Direction’, y ahí sí me fui a la “bieber”.

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