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Diálogo

Un poco de orden, un poco de caos: el fascinante método Berliner

Foto: cortesía equipo EDOC
Foto: cortesía equipo EDOC
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El cineasta Alan Berliner (Nueva York, 1956) es el invitado especial del Festival EDOC 14 y el sujeto de una retrospectiva que nos trae sus cortometrajes y documentales, incluyendo The Family Album (1986), Intimate Stranger (1991), Nobody’s Business (1996), The Sweetest Sound (2001), Wide Awake (2006), y First Cousin Once Removed (2012).

Entre sus premios están el premio Libertad de Expresión en el Saint Francisco Jewish Film Festival (2013), aunque antes ya había sido galardonado en 2006 con el  International Trailblazer Award de la Asociación Internacional de Documentales. También ha sido acreedor de las becas Rockefeller, Guggenheim y de la  Fundación Jerome, así como de tres premios Emmy, además de otros premios y nominaciones internacionales.

Todas sus películas son parte de la colección del Museo de Arte Moderno en Nueva York, aparte de que son referentes de cine en las aulas de todo el mundo, por su método, sus narraciones y su trabajo de edición que conjuga imágenes y sonidos.

El periódico The New York Times, material sobre el que Berliner trabaja en su último proyecto, lo ha calificado como “poderoso, irresistible y agridulce..., lleno de jugosos conflictos y contradicciones, innovador en su técnica cinematográfica, impredecible en sus estructuras... Alan Berliner ilustra el poder del fino arte de transformar la vida”.

 Nos conocimos hace varios años en Nueva York, y ha sido un placer, como entonces, poder hoy conversar con él nuevamente en Quito, sobre sus proyectos, su metodología de trabajo y la importancia de la intuición en el cine.

Fue muy interesante ver su primera película The Family Album (1986) en el festival EDOC de este año porque ahí entendí que es un director que viene de una práctica de cine experimental y cine avant-garde. ¿Cómo fue que decidió estudiar cine experimental y avant-garde

Cuando fui al Harpur College en Binghamton  University en Nueva York, en mi primer semestre tomé un curso en el programa de cine experimental y cine avant-garde, y fue muy claro para mí que las mentes más brillantes, las personas más interesantes y las dinámicas más emocionantes estaban en ese departamento. Entonces, el programa llenó todos mis anhelos más profundos. Me di cuenta de que muchas de las películas que veíamos tenían que ver con el montaje. Podías editar de manera surreal, juntar elementos de formas inesperadas. No se trataba de contar historias, sino de mirar y encontrar nuevas formas de ver la luz y nuevas formas de pensar sobre tiempo y espacio.

Todo un universo se abrió delante de mí y era muy emocionante. Pensé: “Wow, yo sé hacer esto. Me encanta hacer esto.” Satisfacía algo muy dentro mío y sentía mucha alegría al reunir distintos elementos. Era maravilloso. Entonces yo vengo de ahí. Toda mi obra está basada en lo que aprendí ahí y me gusta pensar que, aunque ya no haga obras que son puramente avant-garde, sigo aplicando las estrategias y los acercamientos lúdicos, espontáneos y surreales que aprendí con esa forma de hacer cine.

Ha dicho que cada película le habla y le dice cómo se debe hacer. También he sentido eso en mi propio trabajo. El material empieza a tomar su propia forma y su propia voz…

Toda película empieza con un pulso suave y termina con una personalidad fuerte. Al principio es muy temprano, todavía no está desarrollado, luego no estás seguro, algunas cosas se empiezan a unir y algunas funcionan; finalmente la película es más grande que tú. Te está diciendo qué hacer. Tienes que escuchar.

El problema de muchísimas películas es que el cineasta habla demasiado, posa, no escucha. Se podría decir, en general, que no funcionan porque los cineastas no escucharon el material. Porque querían que la película sea algo que no es, impusieron su rúbrica sobre la cinta, sus expectativas, sus esperanzas y deseos, a pesar de que la película les esté diciendo que no es eso. Esto sucede en Hollywood también. Gastan cientos de millones de dólares en películas que fracasan, ¿y por qué crees que esto sucede? Lo más importante es establecer un diálogo con el proyecto. La mayoría de las películas te dicen lo que tienes que hacer, si es que estás dispuesto a escuchar, pero eso requiere de paciencia. No es fácil.

¿Desarrolló esa capacidad de escuchar a su película o proyecto en la universidad?

No, creo que sea algo que se desarrolla con experiencia. Existe esta misteriosa idea de lo que funciona y no funciona. ¿Qué significa cuando algo no funciona? Significa que no estás haciendo lo que intentas hacer, lo que crees que debes hacer, lo que quieres hacer. Funciona si quisiste que el espectador sienta algo y este lo siente. No funciona cuando es confuso. No funciona si el espectador pierde la fluidez de lo que está sucediendo, si te hace pensar otra cosa que lo que quieres que el espectador piense. Pero sobre todo, es la confusión, porque quieres mantener al espectador en un flujo de pensamiento y cualquier cosa que lo confunda o cambie esa relación significa que no funciona lo que estás haciendo. Puede ser una toma, una serie de tomas, un sonido, una imagen..., y pierdes al espectador por solo ese minuto o por el resto de la película.

Al ser su propio editor, ¿cómo logra tomar la distancia suficiente para tener una idea de la experiencia del espectador hacia el material? ¿Pasa un tiempo sin mirar el material o cómo hace?

Al contrario, lo miro todos los días. Algunas personas dicen que eso es lo más sorprendente de lo que hago. “¿Cómo puedes ver tu película todos los días y no estar totalmente aburrido? ¿Cómo haces para no perder tu enfoque, tu interés, dejar de ser crítico?”, me dicen. No sé la respuesta. Veo mi película todos los días. Pero cada día soy distinto: mi metabolismo cambia, a veces tengo sueño, otros días estoy más atento. Hay muchas razones por las cuales mañana veré algo que no pude ver hoy.

También para ser tu propio editor tienes que ser mucho más autocrítico. Solo porque yo lo filmé no quiere decir que sea bueno. Si no funciona, si no ayuda la narración de la historia, olvídalo.

¿Va mostrando el filme a otras personas mientras lo edita, es decir, mientras está en proceso?

Sí, a un grupo reducido. Les pido que me digan qué funciona y qué no funciona. Cuando recibo retroalimentación de las personas, esto es lo que sucede: aun si me dicen que les gusta algo, lo que yo hago es intentar entender por qué les gustó. Porque si entiendo por qué les gusta y puedo reafirmar el proceso que generó esa ‘cosa’, puedo entender cómo llegué ahí. Conceptualmente, intento deconstruirlo para ver si se quiebra. A veces dicen que les gusta algo y lo intento deconstruir y se quiebra y pienso: “Esto no es bueno”. Pero como les gustó, pienso en cómo podría ser mejor. Entonces, aunque funcione, a veces podría funcionar mejor. Cualquier comentario que recibo lo someto a esta prueba de hipótesis. Trato de deconstruir, de poner a prueba todo.

¿Cómo lo hace, cómo lo pone a prueba?

A ver si lo puedo explicar. Yo sé cómo llegó a estar ahí. Cada corte. Sé en qué pensaba cuando lo hice. Sé cuáles fueron mis errores anteriores y qué problema intenté solucionar con esa decisión. Sé cómo lo resolví. Entonces si a alguien le gusta, puedo confirmar que esa parte de mi proceso tiene sentido porque está funcionando. Pero igual lo pongo a prueba. Lo manipulo y me pregunto, ¿todavía tiene sentido? Tal vez si alargo la toma un segundo más, tal vez así será aún más fuerte. Ese es un ejemplo favorable. Ahora, cuando algo no funciona, también sé cómo llegué hasta ahí. Sé el proceso del problema y resolución que me condujo hacia ahí, aunque alguien básicamente me está diciendo: “No lo resolviste”. 

Es un reto.

Jamás quieres oír que algo no funciona, pero es lo mejor que te pueden decir. Entonces pienso: “¿Qué error o errores en mi proceso de pensamiento generó esto que yo pensaba que estaba bien?”. Lo pongo a prueba y, efectivamente, no la pasan. Ahora tengo que cuestionar toda la fundación, la genealogía del proceso de pensamiento que me llevó a este punto, y, en vez de ir a la izquierda, puedo ir a la derecha, y luego digo: “Ah, esa es la solución”. Ahora tengo una nueva solución. Lo lindo de editar es que resuelves algo en un punto de la película y tiene efectos en el resto de la cinta, puede aclarar algo más adelante. Entonces ese es mi método. Incluso cuando me dicen que algo funciona, lo pongo a prueba.

Recibir comentarios sobre mi filme, mientras lo trabajo, es un gran proyecto para mí porque significa que estoy viendo el ADN de todo lo que están diciendo. Para bien y para mal. Es como si estuviera mirando los engranajes de la película.

Entonces es como un matemático, tiene un método preciso.

Sí, puede ser, pero también es muy intuitivo. Es una suerte de cálculo, pero también es intuitivo, porque, a veces, el cálculo está a su vez basado en algo intuitivo. No se puede cuantificar todo.

La intuición es una parte muy grande de lo que hacemos en el cine. Pero muchos cineastas no hablan de eso. Usted sí. ¿Cree que es más consciente de ese lado del proceso cinematográfico por su formación en cine experimental y cine avant-garde?

Me ayudó a entenderlo mejor, sí, pero solo el hecho de crear algo es un intercambio y una dialéctica entre lo lúdico y lo lógico. Yo creo en el proceso. Realmente creo en esta idea de que la gente puede cultivar ideas. Una idea es una semilla y puede convertirse en una estructura, en un árbol, en una idea-monstruo, en una idea-ciudad…  

Con el tiempo.

Sí. Solo si escuchas el material y eres receptivo, prestas atención al proceso y permites que las cosas crezcan y que te pierdas en el camino, lo cual significa que disfrutas de la alegría de encontrarte. Un poco de caos, un poco de orden. Así cultivas las ideas.   

En yoga existe esta idea de que mientras más estable y seguro estés, más flexible y más libre puedes ser. Suena como una contradicción, pero no lo es, ¿se aplica a su método de creación?

Sí, además cuando hablé de cultivar una idea, yo tenía en mente una semilla que crece hacia arriba, pero no nos podemos olvidar que lo más importante son las raíces. Las raíces son la experiencia que tienes de lo que has hecho antes, de confiar en el proceso. Con un fuerte sistema de raíces puedes crecer lo que quieras en cualquier dirección.  

En su caso tiene un método de trabajo, un sistema de organización, que ha desarrollado con el tiempo.

Así es y confío en eso. Confío en mí mismo. Confío en el proceso.

Muchos cineastas piensan que necesitan saber todo sobre la película antes de empezar. Cómo va a comenzar, cómo terminará. Para mí no es necesario. Yo solo necesito tener un punto de partida, un concepto, algo para poner en movimiento, y cuando ya está en movimiento, confío que cultivaré esa idea construyendo una red de ideas. Es lo que hago, sé que lo he hecho en el pasado y que lo volveré a hacer.

Hay ciertas preguntas que todos los directores se hacen, por ejemplo, “¿voy a hablar en la película?, ¿usaré texto?, ¿voz en off?”. Yo sé que tendré que responder a esas preguntas más adelante pero no ahora, al comienzo del proyecto. Y cuando llegue a ese punto, el filme me dirá la respuesta. Muchas personas se paralizan pensando que necesitan saber esas cosas y no es cierto. Pero igual necesitas confiar en tu proceso para poder aguantar la tormenta de inseguridades e incertidumbres.

Se siente en sus películas que trabaja intuitivamente y que se divierte haciéndolo, sobre todo en el montaje.

No lo haría si no fuera divertido. Pienso que las personas somos lo mejor que podemos ser cuando nos estamos divirtiendo. Tiene que ser difícil y divertido, divertido y difícil. Lo cual implica que, a través de los empujones y tirones de la vida, tomaste ciertas decisiones y terminaste en el mundo audiovisual.

Estás en un festival o en una clase de cine y decides que quieres contar historias. Y que eres bueno para eso. Hay algo que te molesta, algo adentro que te empuja a contar o a llevar algo que está en la oscuridad o en la sombra a la luz. Bueno, aquí estás. Estás aquí ahora. Para que sepas, esto no es fácil. Contar historias con sonidos e imágenes y palabras y fotos no es fácil. Pero creo que si estás haciendo algo que es lo más difícil para ti en tu vida y logras encontrar una forma de divertirte haciéndolo, para mí esa es la definición de algo saludable. Si eliges un trabajo muy difícil, un proyecto difícil, debes comprender que te va a costar, que te volverá loco. Y debes encontrar una forma de recibir retroalimentación interna, con la que el proceso entero, los altos y bajos, todo, sea divertido. Porque aprender es divertido, aprender a dominar algo es divertido. Eso se llama ‘crecer’; así es como evolucionamos en la vida.

Excepto en las relaciones. No quieres el reto de estar con personas muy complicadas, esa no es la mejor idea. Todo el mundo piensa que lo puede hacer, “Yo voy a ser la persona que lo va a descodificar y a entender”. No suele funcionar así.  

La vida no es tan distinta de cómo se hacen las cosas. Todos tenemos altos y bajos. Todos nos perdemos. A veces nos sentimos abatidos. A veces estamos felices. No dura para siempre. Hacer cine es así. Pero si tienes la pasión y la necesidad de algo, y tienes el aguante, estarás bien. Estamos entrenados como seres humanos a aterrizar en los pies y hacer sentido de las cosas. Es el imperativo cognitivo del ser humano. Al final le damos sentido a cualquier situación.

¿Diría que para usted hacer cine también es una forma de darle sentido a la vida?

Absolutamente.     

¿En qué está trabajando estos días?

Es gracioso porque nos conocimos en 2002-2003, y en ese punto ya llevaba 20 y pico de años coleccionando periódicos The New York Times y recortando las fotos. Es algo que llevo muchísimo tiempo haciendo y ahora, por varias razones, parece ser el momento adecuado para preguntarme por qué lo hago. Me encanta, es una pregunta muy abierta. En esa época era fácil archivar una foto bajo la categoría ‘inundación’, otra bajo ‘incendio’, otra en ‘terremoto’. Todo fue archivado en su debida caja, de acuerdo a su descripción linear (tengo 500 categorías, en orden alfabético). Pero ahora estoy pensando en nuevas maneras de mirar las mismas imágenes que no sea de forma lineal/lógica. Por ejemplo, ¿qué sucede si hago una categoría para ‘Amarillo’? ¿Qué imágenes extrañas de distintas partes del mundo podrían encontrarse bajo el código ‘Amarillo’? Eso es lo que estoy haciendo ahora.  

Entonces está deconstruyendo (“pulling apart”) su propio sistema.

Exactamente. Estoy deconstruyendo todo. Porque antes no sabía lo que estaba haciendo, solo estaba archivando las fotos. Ahora, otra versión de mi persona dice basta con administrar el archivo. Vamos a hacer algo del archivo. Veamos, ¿qué podemos hacer con esto que transcienda el hecho de que alguien coleccionó estas imágenes y las archivó? ¿Ahora qué puede esto decirme del mundo, cómo puedo re-construir el mundo? ¿Cómo puede este archivo hacerme ver el mundo de otra forma? ¿Cuál fue el punto de todo esto?

Se trata de usted también. De la persona detrás de este archivo.

Soy yo. Eso me encanta. Se trata de la forma que tiene una persona de darle sentido al mundo. Ni siquiera quiero saber cuántas fotos tengo. 

Es muy experimental.

Bueno nunca paro de ser quien soy. Es muy emocionante.

Entonces, ahora que estás acá, ¿entras a la página de The New York Times para ver qué fotos te esperan en Nueva York?

Sí, eso mismo estoy haciendo. Pero sabes, hay una diferencia entre la foto de la página web y la foto en el periódico en papel. Porque el papel tiene algo —es como la discusión de película fílmica versus el video— el papel tiene el grano. Amo la estética del papel, su textura. Además tengo toda una categoría de ‘Erratas’, donde los colores no salen aliñados y necesitas un par de lentes 3D para ver la imagen. Siento que estoy en las minas. Estoy extrayendo imágenes y eventualmente se las daré al joyero.   

Es decir al montajista, a usted mismo.

Sí, soy yo, pero aún no tengo que lidiar con esa etapa. Entiendo que estoy en una parte del proceso en la que tengo el encanto de hacer descubrimientos. Es muy emocionante. Todo ha sido archivado en el lugar correcto por tanto tiempo. Ahora es el momento para generar referencias cruzadas, fertilizaciones cruzadas, y en el proceso encontrar nuevos descubrimientos que son potencialmente muy emocionantes.   

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