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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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La historia desde otro enfoque: Cuando Yoko conoció a John lennon

Yoko y John durante su luna de miel, convertida en una protesta pacifista.
Yoko y John durante su luna de miel, convertida en una protesta pacifista.
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A  estas alturas parece ser lo correcto. Quiero decir, esa tarea de sacar de la sombra a aquella mujer que estuvo siempre detrás de la figura pública. Reparar la mirada en la artista desconocida más famosa del mundo, como el mismo John Lennon la describió alguna vez. Un acto de justicia que el mismo ex-Beatle fue el primero en encabezar desde que se casaron hasta el último de sus días.

Después de todo, se trata de ver aquello que no hemos querido ver, lo que no nos ha interesado. Machismo, moralina, fanatismo, llámenlo como quieran. ¿Quién es Yoko Ono, aparte de aquella mujer que sale desnuda a lado de John Lennon en la portada de Two Virgins, álbum que fue ideado entre los dos, una noche de mayo de 1968, aprovechando que Cynthia Lennon no estaba en casa? ¿Quién es aquella poco simpática mujer que se convirtió de la noche a la mañana —por una razón incomprensible para las hordas de fans que se desmayaban al verlos— en el amor de la vida de uno de los hombres más codiciados de entonces? ¿Quién es la causa de la desintegración de la legendaria agrupación de Liverpool?

Poner en valor la trayectoria de Yoko Ono resulta complejo, principalmente por una cuestión de prejuicios. Se trata de una artista vinculada a Fluxus, movimiento que contribuyó a configurar lo que hoy conocemos como arte contemporáneo, desde antes de la conformación de The Beatles, y sin embargo, hay que admitir que estamos hablando de una persona a la que no se ha querido escuchar, desde los abogados que manejaban los asuntos de John Lennon —cuando él mismo encargó a Ono hacerlo— hasta los actuales fans de la banda, entre otros.

Pensando en ellos intento narrar la misma historia de siempre, a excepción de que lo haré desde el otro lado. Es decir, no cómo John Lennon conoció a Yoko Ono, sino cómo Yoko Ono conoció a John Lennon.

No es difícil asumir que Yoko Ono era más experimentada en temas amorosos que John Lennon en 1966, año en el que se conocieron. No estamos hablando de un número de compañeros sexuales, eso solo puede quedar en la especulación. Pero podemos hablar de fugas, rupturas, matrimonios y otras experiencias análogas. Cuando se conocieron, la artista de nacionalidad japonesa y norteamericana estaba ya teniendo problemas en su segundo matrimonio con Anthony Cox, productor cinematográfico y promotor artístico.

Cuando Cox y Ono decidieron casarse, ella se encontraba en una institución mental. Ingresó allí luego del fracaso de su primer matrimonio con Toshi Ichiyanagi, compositor vanguardista japonés, alumno de John Cage. Este último también fue maestro y colega de Yoko Ono —llegaron a trabajar juntos e incluso hicieron una gira por Japón—. Es especialmente recordada la anécdota en la que la artista incendió un lienzo como parte de una obra de arte: Cage le recomendó que, la próxima vez, utilizara un retardante de llamas.

Cox fue clave para que liberasen a Yoko Ono de su reclusión por enfermedad mental, y el fruto de su matrimonio fue Kyoko Chan Cox, nacida en 1963. Fue el padre quien se dedicó principalmente a cuidar de la niña, mientras Yoko Ono estaba más bien enfocada en su carrera artística.

Por lo tanto, en 1966, tanto Yoko Ono como John Lennon estaban casados y tenían cada uno, respectivamente, un hijo, pero al mismo tiempo, ambos estaban más centrados en su trabajo que en sus familias. Yoko Ono ya tenía una considerable trayectoria para entonces. Desde que se mudó a Nueva York con su familia, a inicios de la década de 1950 y tras inscribirse en la universidad Sarah Lawrence College, empezó a frecuentar el mundo artístico que jamás abandonaría. Inicialmente fue conocida por su «Instruccional art», desarrollado durante su primer matrimonio con Ichiyanagi, con obras que invitan a los espectadores a ser creadores activos de la obra.

Además de John Cage, a inicios de los setenta, Yoko Ono había colaborado con artistas como Merce Cunningham, Ornette Coleman y Andy Warhol. Todo esto antes de conocer al legendario Beatle.

Si bien Yoko Ono ya era reconocida en el mundillo del arte neoyorkino, e incluso en Japón, todavía le faltaba mucho mundo por recorrer. La artista visitó Londres en septiembre de 1966, en el marco del Destruction in Art Symposium (DIAS) organizado por el artista y activista político Gustav Metzger. El fin del simposio era hablar de cómo la destrucción en los happenings y otras formas artísticas se relacionaban con las fuerzas destructivas dominantes en el mundo. Yoko Ono fue la única artista mujer invitada a desarrollar eventos propios durante el simposio, además de ser invitada como ponente.

Dos meses después, Ono estaba dando los últimos toques para su muestra de arte conceptual Unfinished Paintings and Objects, que se estrenaría en Londres. Uno de los dueños de la Indica Gallery —donde Ono exhibiría su trabajo artístico—, John Dunbar, invitó a John Lennon a ver el trabajo de la artista, comentándole, antes de la inauguración, que se desarrollaría un happening.

Ya en la galería, el «millonario Beatle» —palabras con las que supuestamente Dunbar le habló a Yoko Ono de John— se quedó estupefacto ante la funda de uñas que costaban £ 100 y una manzana fresca a £ 200, cuando —como confesó en una entrevista posterior para la BBC— él estaba esperando algo parecido a una orgía.

La polémica historia de amor entre la superestrella y la artista es bien sabida. Después de conocerse, durante 18 meses Yoko y John se mantuvieron en contacto. Ella utilizó sus instrucciones para seguir cautivando a la superestrella de rock, con frasecitas como: «Respira» o «Mira todas las luces antes del amanecer».

Una noche en la que la entonces esposa de Lennon, Cynthia Powell, se marchó de vacaciones a Grecia, John Lennon invitó a Yoko Ono a pasar una velada juntos, fruto de la cual surgió no solo un par de divorcios, sino también el primer disco en colaboración de ambos: Unfinished Music No. 1: Two Virgins. Este álbum nos recuerda menos a I Wanna Hold Your Hand que al trabajo vanguardista de John Cage y otros músicos experimentales. Además de esto, la portada del álbum muestra a John y a Yoko con un desnudo frontal. Si bien la ampliación de las fronteras musicales de los Beatles ya había iniciado antes, es gracias a Yoko Ono que una canción como Revolution 9 forma parte del arsenal Beatle.

La unión de la estrella de música y la artista vanguardista desembocó en una comunión ligada a diversos intereses, siendo quizás el más visible el activismo. Su luna de miel fue una forma de protesta pacifista: Bed-In Peace, realizado en la habitación 702 del Hotel Hilton en Ámsterdam. Allí, unos 30 reporteros encorbatados tuvieron que agacharse para escuchar lo que la pareja más célebre del mundo del entretenimiento tenía que decir acerca de la paz mundial.

La mayor parte de la atención la tuvo John, y lo que Yoko quería expresar, para muchos asistentes, no era relevante. Varias personas los criticaron por ser inconsecuentes y usar la paz como forma de autopromoción. Sea o no así, Yoko Ono no era ajena a las consecuencias de la guerra: ella y su familia sufrieron el bombardeo masivo de Tokio ocurrido en marzo de 1945. Tuvieron incluso que mendigar por comida para sobrevivir, por lo tanto conoció de primera mano los horrores de los conflictos bélicos.

Yoko Ono y John Lennon grabaron música en conjunto a través de la Plastic Ono Band, que en su tiempo no tuvo ni de cerca el éxito comercial que habían tenido los Beatles. Solo unos cuantos críticos, como Lester Bangs —quien llamó al conjunto «visionario»— pudieron apreciar el disco más allá de la polémica que el romance entre John y Yoko había generado.

La mayor parte de la fanaticada no creía en Yoko, mientras que John Lennon la defendió a capa y espada hasta sus últimos días.

Una prueba de confianza es que, durante los cinco años en los que el músico británico se dedicó a cuidar de su pequeño Sean Lennon, Yoko Ono tomó las riendas de las finanzas familiares. En ese periodo, ella casi cuadruplicó el patrimonio, según el documental de VH1 Behind the Music John Lennon: The Last Years and Legacy. Otra prueba de confianza: al momento de buscar una compañía disquera para el último álbum que grabaron juntos, John Lennon solo aceptó a la discográfica que acudió a Yoko en lugar de a él: Geffen.

Lo incompleto reside en el núcleo de la obra artística de Yoko Ono: las instrucciones solo cobran vida cuando alguien las ejecuta, Half-A-Room es la inhabitabilidad de un hogar que ha dejado de ser compartido. Posteriormente, Yoko Ono construyó su obra junto a John Lennon con una misma ansiedad de complemento, y de hecho, fue una primera instrucción la que hizo que ambos artistas hicieran clic.

Hammer a Nail incentivaba a los visitantes a dibujar una imagen con clavos a través de un martillo, pero ya que Lennon visitó la muestra antes de su inauguración, Ono le prohibió que empezara con la ejecución de la obra a pesar de su interés en hacerlo. Luego de insistir un poco más, quedaron en algo: él iniciaría la obra con un clavo imaginario, y a cambio ella recibiría también unos cuantos centavos imaginarios.

Todo empezó imaginando. Invitando al resto del mundo a imaginar fue como construyeron su legado.

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