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El Telégrafo
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Personaje

El silencio a gritos de la escritora Marvel Moreno

Foto tomada de la web www.marvelmoreno.net
Foto tomada de la web www.marvelmoreno.net
08 de junio de 2015 - 00:00 -

En el barrio de Saint-Germain-des-Pres, en París, existe la Librería de las Mujeres, ligada a la editorial del mismo nombre, creada en 1974 por la feminista Antoinette Fouque. Es ahí donde descubrí en los años noventa a la escritora colombiana Marvel Moreno; encontré el libro Cette tache dans la vie d’une femme comme il faut, publicado en francés en 1983, y en 1981 en editorial Pluma de Colombia. Con una portada un poco vintage, como se designa ahora lo viejo que gusta a los jóvenes, un ramo de flores rosadas sobre fondo negro con las letras del mismo color: parecía uno de esos adornos chinos, delicados e inofensivos. La lectura fue una experiencia exactamente opuesta a lo que dejaba presentir la portada: una galería de mujeres a la vez aplastadas por el sol caribeño y el peso de la doble moral, todas ubicadas en un decorum maravilloso de playas, clubes ejecutivos, mansiones, haciendas, como si embellecer una cárcel no fuese más cruel aún la ausencia de libertad.

En el marco de la tesis doctoral que realizaba en esa época, descubrí que Marvel Moreno, quien había fallecido hacía poco, el 5 de junio de 1995, tenía más publicaciones, pero que sobre todo contaba con un grupo de aficionados a su persona y a su obra: académicos y artistas que la conocieron y la estudiaron con mucha pasión, tratando así de compensar las malas pasadas que le jugó la vida: la enfermedad, un primer marido que la maltrató y no reconoció su talento, la soledad en París, las dificultades económicas, la falta de consideración del mundo editorial, las depresiones, toda una serie de desgracias que injustamente callaron su voz. Una voz de mujer que ella denunciaba a gritos en sus textos, desnudando un sistema de denigración de ciertos seres humanos: las mujeres, los pobres, los negros, los homosexuales,..

En 1997, asistí al Coloquio Internacional en su honor que organizaron en la Universidad de Toulouse Le Mirail, sus dos más fieles amigos, los latinoamericanistas Jacques Gilard y Fabio Rodríguez Amaya, y su viudo Jacques Fourrier, que alivió los quince últimos años de su existencia. En las actas, en la primera página de la introducción escriben los dos compadres: “Desconocida por el gran público, ignorada por los medios de comunicación, tergiversada por los editores, enviada y censurada por la cultura oficial y de régimen, objeto de altanero esnobismo incluso de sus compatriotas famosos, hostilizada por la familia, aislada por la enfermedad, asediada por la pobreza, con todos estos, para nada pocos obstáculos, suscita estupor que haya logrado publicar tres libros en vida”(1). La pasión marveliana no tenía nada de mortífero ni exagerado, sino que era una tentativa de justo homenaje a una mujer y a una obra que sufrieron la ley del silencio.

Marvel Moreno nace en 1939 en el seno de una familia de la ‘buena sociedad’ barranquillera empobrecida: su familia materna, de hombres ilustres de origen aristocrática, tenía por valor supremo como blasón ‘nunca haberse mezclado’, y por lado de su padre, había una mezcla entre judíos holandeses e indios caribes y burgueses de Cartagena, lo que explicaría la mirada enigmática de Marvel. Lo que importa de todo esto es Barranquilla, la ciudad omnipresente en sus textos, personaje de pleno derecho cuya composición —“un mundo de arribistas, de patológicos caracteres envueltos en la locura de una sociedad que se fundó, como se han fundado muchos pueblos del mundo, sobre la esclavitud, la guerra, el contrabando, hasta llegar a cierto entendimiento social”(2)— explica las numerosas neurosis de sus habitantes. Ahí todo se pudre por causa de un clima asfixiante. A esa ciudad Marvel Moreno nunca volvió, pero escribió sobre ella todos los días de su vida, haciendo un retrato preciso y frío de un mundo que ya no existía para ella. Si durante un tiempo la familia de Marvel logra mantener las apariencias, ella se ve obligada a pasarse a un colegio público y luego a trabajar a los 16 años. Cabe recalcar que había sido poco antes expulsada del colegio de monjas donde su rango le ordenaba estudiar, por haber presentado una ponencia sobre Darwin en total contradicción con el pénsum de la institución que defendía la teoría de la inferioridad de ciertas razas. Fue entonces cuando perdió la fe y nunca la volvió a encontrar.

Cumple con la presentación oficial en la sociedad: vemos en las fotos a esa belleza caribeña, cintura estrecha, hombros desnudos, churos negros. Gana como reina del Carnaval de Barranquilla el mismo año que la peruana Gladys Zender es Miss Universo, primera vez para una latinoamericana. En varios de sus cuentos y a través del personaje de Catalina en una de sus obras(3), narra la importancia que tenía (y que tiene aún) este reinado, sobre todo como escenario en el que se viven las tensiones de una sociedad clasista y racista, y evoca también el drama que no deja de ser la belleza, por lo que aviva pasiones, celos y odios irracionales.

Gracias a su padre devora buena literatura y lee a Faulkner, Joyce, Woolf, MacCullers, cuya influencia es perceptible en su escritura. Ha decidido escribir, lo que todos ignoran a excepción de su novio. Lo conoce durante un festival de cine europeo y se casa con él cinco meses después. Plinio Apuleyo es precisamente el marido que no deseaba su madre: bogotano, ateo, comunista, sin fortuna y periodista (acaba de fundar la agencia Prensa Latina con el entonces desconocido Gabriel García Márquez).

Marvel retoma los estudios: es la primera mujer en inscribirse en la Universidad Libre, donde termina su bachillerato y la primera también en matricularse en la carrera de Economía, en la Universidad del Atlántico. Mientras que su negocio de publicidad funcionaba bien, con dos hijas, y una casa en construcción, la pareja decide llevar su relación a Europa en orden diferido en 1969. Marvel tiene una certeza: abandonar a Barranquilla, a la madre y a la madre patria.

Cuando era niña, su abuela ocupó un lugar muy importante en su familia de corte matriarcal: esa abuela, cuyo retrato se adivina a través de las tres abuelas de la novela En diciembre llegaban las brisas, mujeres sabias y conocedoras de la naturaleza humana. La abuela la autoriza a escuchar las conversaciones de adultos, con la condición de no intervenir. Se acordaba la autora de esto, e iba recreando los intercambios con unos frasquitos que representaban las personas: crear y recrear. Con su madre, en cambio, su relación es aplastada por el conservadurismo neurótico de esta, su crispación con respecto al mestizaje racial y social. Una anécdota terrible es sintomática de esto: su madre, en su deseo enfermo de controlar a esa hija bella e inteligente, anotaba cada día en sus cuadernos todo lo que le obligaba a contarle, qué había hecho, pensado, sentido, deseado. Cuando murió su ‘verrugo’, Marvel no solo se negó a leer esos diarios sino que mandó a destruirlos. Su escritura pequeña tiene esa minucia enfermiza, detallista, asfixiante, sin tachón. Escribía sobre unos cuadernos que nunca enseñaba antes de la versión definitiva y destruía los borradores. Cuando se murió, había empezado un cuento que dice: “Mi madre habría sido un inquisidor perfecto pero no estaba preparada para el amor”(4).

En la lista de los desencantos de Marvel Moreno estuvo ciertamente el de haber creído que el mundo era como su familia, dirigido por mujeres. El machismo profundo que se perpetra gracias a la complicidad de las madres bien instalado sobre un sistema patriarcal, que parecía que no cambiaría nunca, lo descubre en la sociedad. Lo que le hará decir: “por haber sufrido del poder femenino tanto como del masculino, y sabiendo que el primero puede ser tan cruel como el otro (…)”(5). Al casarse, descubrirá que el abuso de poder, sin importar de donde provenga, es abuso.

El no-regreso de una decisión consciente se volvió una evidencia por las circunstancias cuando le detectan, en 1972, lupus y le anuncian que le quedan dos años de vida. Sola en Paris con sus dos hijas, luego de una nueva ruptura con Plinio, enferma y a cargo del hospital público, pasa meses entre la vida y la muerte. Sus angustias, ligadas a su enfermedad, le provocan depresiones que trata de dominar empezando un análisis, fracasado por causa de transfert invertido: su psicoanalista escribe poemas, le cuenta su vida, se enamora. Pero el análisis es fructífero para su escritura porque esa manera de leer el mundo y de conocer la naturaleza humana se verá plasmado en sus textos. Se relaciona con otros artistas latinos en París, participa en revistas culturales, da clases de español, regresa con su marido, pero, sobre todo, escribe. Durante años redacta y publica cuentos: en Eco de Bogotá publica su cuento ‘Oriane, Tía Orian’, que pone en escena otro personaje femenino importante de su mundo: las tías, locas, solteronas, putas. Este cuento será llevado al cine por la venezolana Fina Torres, que recrea el ambiente de secretos de las familias pudientes de la costa colombiana. La película recibe el premio Caméra d’Or en el Festival de Cannes en 1985.

Los encuentros son otro motivo importante de la vida de la escritora: aunque su enfermedad le impidió viajar, supo, a lo largo de su vida, despertar cariño y admiración. En 1980 se publica en Bogotá Algo tan feo en la vida de una señora bien, con el cuento ‘Autocritica’, censurado por la editorial y luego otro, ‘La noche feliz de Madame Yvonne’ que salió en una revista; un hombre importante de Barranquilla se reconoció en este relato e hizo comprar todos los suplementos. Luego Marvel se dedicó durante siete años a la redacción de su novela En diciembre llegaban las brisas(6), que dividió en tres partes, por razones vitales: en caso que muriera antes de terminarla, podrían publicarse de manera separada las partes. La novela fue finalista en 1985 del Premio Plaza y Janes y cuando obtuvo el premio, la editorial decidió cambiar la regla y promover a un escritor español. Esta vez no había sido censurada por mujer sino por latinoamericana. La editorial publica dos años después la novela, pero mutilada. Gana el Premio Grinzane Cavour. Luego de la muerte de Marvel, cuando Norma la reedita, no solamente deja los errores de la primera edición, sino que suprime el epílogo que da sentido y unidad al libro, bajo presión de Apuleyo y García Márquez.

Si bien su relación atormentada con su exmarido no interesa particularmente, hay que recalcar que su talento no fue apoyado ni reconocido por él ni por Gabo; los dos la presentan en sus escritos como “una bonita muchacha” y se cuenta que dilapidaron su herencia y que lograron, apoyándose en el poder del mundo editorial, silenciarla incluso luego de su ida. Antes de morir a los 56 años, a consecuencia de su enfermedad (a la cual finalmente logró sobrevivir más de dos décadas), Marvel acabó otra novela, El tiempo de las amazonas, sobre sus años en París. Apuleyo se opuso a la publicación, desposeyó al segundo marido de sus derechos y convenció a sus hijas de no publicar el texto.

Finalmente, su denuncia a favor de estas mujeres que sufren el poder, sobre todo sobre su sexualidad, y que son víctimas de su género, termina siendo una historia que su vida ilustró. Ariel Castillo Mier define así su  obra: “Literatura que se cuestiona a sí misma, que no ignora lo absurdo, lo mágico, lo oscuro; literatura que incorpora una crítica de la vida, un proyecto existencial pleno de vitalismo que reivindica el deseo, el goce de los sentidos y de la imaginación, que lanza un grito de desobediencia frente a lo establecido; que propone dudas, que mezcla géneros […] literatura que busca, que se opone a la disolución definitiva, en total independencia frente a la golosina del poder; literatura que construye un espacio para la comprensión y la discusión de las ideas, las conductas, la historia y la sociedad”(7). Hay diversas maneras de silenciar a un artista, de callar a una mujer, y hay muchos verdugos dispuestos a hacerlo. Para Camille Claudel, escultora joven, de buena posición, amante de un hombre mayor, la manera fue el manicomio. Escribe en una carta a su hermano, el famoso poeta Paul Claudel: “Luego de haber confiscado la obra de toda mi vida, me obligan a hacer años de cárcel, que más bien se merecen ellos…”.

Notas

1.- Jacques G. y Rodríguez Amaya, F. (Ed.)(1997). La obra de Marvel Moreno. Actas del Coloquio Internacional organizado por Université Toulouse-Le Mirail/ Università degli Studi di Bergamo, p.9.

2.- Olaciregui, Julio (1997). Marvel Luz, Marvel Sombra. Actas del Coloquio Internacional..., p.96.

3.- Moreno, M. (1987). En diciembre llegaban las brisas. Barcelona: Plaza y Janes.

4.- _________ (2001). Cuentos completos. Bogotá: Norma, p. 427.

5.- Jacques G. y Rodríguez Amaya, F. (Ed.)(1997). La obra de Marvel Moreno. Actas del Coloquio Internacional..., en Fourrier, J. La personalidad de Marvel Moreno, p.28.

6.- Se dice en Barranquilla que las brisas llegan en diciembre y se van en febrero con el Carnaval, y que ponen sabor a sal en la vajilla.

7.- Castillo Mier, A., (1997). Dos veces el mar: de Amira a Marvel. La obra de Marvel Moreno..., p.50.

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