Raúl Fernández Greñas, guitarrista mexicano, fundador de Luzbel
“Me retiré para no dar pena, y hoy estoy mejor que nunca”
Cada vez que Raúl Fernández trastabilla en una nota sobre el mástil de su guitarra suele bromear con que está tocando “a lo Jimi Page”. Mira su habilidad con ese instrumento como un don al que, mientras estuvo en Inglaterra (entre 1980 y 1982), le dedicaba unas nueve horas diarias, una cifra que retomó luego de un parón de 18 años.
En los noventa, su grupo, Luzbel, teloneó a Black Sabbath y Deep Purple en el Palacio de los Deportes de la capital mexicana y la primera vez que el cuarteto se presente en Sudamérica será el próximo sábado.
Planean visitar Costa Rica, Guatemala y El Salvador desde mayo y, en la casa de uno de sus amigos que le ayudó a reponerse del alcoholismo, Greñas levanta el teléfono para responder esta entrevista.
Ha dicho que le pesa estar en una metrópoli como el DF (vive en Morelos, cerca de Cuernavaca), ¿cómo surgió el tema “La gran ciudad”?
Fue una lástima que mi hermano (Leopoldo Fernández) no se dedicara a la música. Era muy buen compositor, hemos incorporado algunas canciones suyas a mis proyectos, como esa canción ya clásica, del disco Metal caído del cielo (1985). Él hacía su música y escribía sus letras, también pintaba, pero el único de la familia que se dedicó verdaderamente a esto fui yo. Les hacía un arreglo a las canciones de mi hermano, les daba ese toque pesado.
¿Escuchó a Carlos Santana y lo que inventó en la música latina antes de ir a Inglaterra?
El primer disco que oí de él fue Abraxas (1970) y me gustó mucho porque traía pesadez. Sonaba chingón esa fusión con lo cachondo, me latía bastante. Su acierto fue esa mezcla que lo ha hecho superfamoso, fue el primero en hacerla y es un orgullo para el país.
Soy muy amplio en mis gustos, siempre y cuando sea algo bien tocado y hecho; pero el rock saca mi furia, y más el heavy metal. Ya lo extremo que ahora está de moda, el grrr [gruñe imitando una voz gutural], no me gusta tanto, son grandes músicos, pero me voy más por lo melódico.
Estuvo fuera de los escenarios entre 1995 y 2013, ¿por qué se alejó de la guitarra?
Porque me había ganado el alcohol, también me había divorciado... no me gustaba cómo me comportaba entonces ni cómo estaba tocando. Ahí dije que en lugar de estar dando penas ajenas, como cierta persona que dice que es el dueño de Luzbel [NdR. Se refiere al excantante Arturo Huizar], me retiraría. Me fui de la ciudad, a Morelos, creyendo que me iba a alivianar y, al contrario, pisé el mismísimo infierno, fue muy grueso por el alcohol.
Pero se recuperó...
Un día me dije que no quería acabar como un perro callejero, sarnoso, entonces le pedí al Jefe (Dios) que me echara una mano y, órale, que me lo cumplió porque ni siquiera crudo amanecía, cabrón. Desde ese día no he bebido ni una gota. Mi propósito era que cuando llevara un año sin beber, pues, regresaría a la música. Y eso hice, ya voy para siete años.
En el disco Pasaporte al infierno (1986) incluyeron la canción “Advertencia”, sobre drogas...
Para esa canción Arturo se inspiró en mí. No era algo de entonces, sino de siempre. Cada quien toma sus decisiones, prueba o no nuevas experiencias, eso no se recomienda ni se enseña. Yo soy una persona a quien le gustan los riesgos, vivir una vida extrema, y lo único que les puedo decir a las nuevas generaciones es que las drogas y el alcohol no van con una carrera ni con la música. Si puedes tomarte una copa y llevártela suave, está bien, ¡qué padre!, pero si de repente te gana, vale gorro y todo se viene abajo. Todo.
¿Qué tipo de guitarras atesora?
Lo único que pude conservar de aquella época fue mi Fender Stratocaster del 74, que mantengo como mi vieja consentida. También tengo una Les Paul Melody Maker, una SG, una Cort y una Bing... todas esas me las regalaron los fans. Ahora estoy usando un patrocinio de una marca mexicana: una Passaye roja.
Es un instrumento trascendental...
La guitarra es como una mujer, mi hermano. Si te acuestas con una y con otra, cada una te va a dar una cosa diferente. Hasta la fecha compongo una canción, me junto con el baterista y el bajista, la montamos e incorporamos la letra y al cantante. Todo nace de la música, pero la base de canciones como “El Loco” fue de Paul Hine, el bajista de Red, banda con la que estuve en Inglaterra. Yo le hice un arreglo y Arturo Huizar le metió la letra.
¿Aún hay problemas con él?
Tuve broncas legales por el supuesto Lvzbel (con v) que se presentó allá en tu tierra [en 2014], pero ahora van a ver lo que es Luzbel, lo otro, para nada es tal.
Hace 5 años quería levantar otro proyecto, pero mucha gente me dijo que debería culminar esto, porque el grupo no llegó a donde debió haber estado. Además, voy a limpiar todo lo embarrado. Vamos a brindar un superconcierto, nos van a amar.
¿Se ha encontrado con Huizar en la calle?
Me lo acabé de encontrar hace poquito, en el metro (sonríe); pero no pasó nada. Hay cinismo de su parte, pero pronto va a acabar la telenovela esta y está todo a mi favor.
¿Cómo surgió la letra del tema “Del infierno”, que la revista Rolling Stone definió como “un coqueteo al death metal”?
Esa letra me la hizo mi mujer, cuando yo bebía. Un día estábamos enojados y ella me dejó un papel en la cama, de repente lo leí y le dije: “Órale, ¿de dónde sacaste todo esto?”. Quedó así, como parte de mi vida, una semblanza, digamos.
Me retiré para no dar pena ajena, y hoy estoy mejor que nunca porque soy más profesional. ¡No me iba a subir borracho a tocar!
¿Aún toca “a lo Jimi Page”?
(Ríe) Pues, mira, todo el mundo se equivoca. Un día escuché un disco en vivo de Randy Rhoads con Ozzy Osbourne, que eran sensacionales, y él se sale de escala y tal. Si los grandes se equivocan, pues, uno también tiene chance. Me sentí mejor, pero hay algo lógico: hay que prepararse para ser impecable.
El productor Hugo Retis (en EE.UU.) tiene pendiente la edición de un tributo a Luzbel que ya se grabó y para el que Greñas hizo un tema instrumental. (I)
Disco 2016
Este álbum es, según el guitarrista, el que mejor suena de Luzbel. Contiene 14 canciones: una instrumental, dos baladas, un blues, el clásico heavy de la banda y hasta algo de acid rock.
La formación que lo grabó es: Mike de la Rosa (voz, antecesor de Mike Glez), Víctor Nava (bajo), Jorge Ciuriel (batería) y Raúl Fernández Greñas (guitarra).