El 23 de octubre del año pasado, los organismos encargados de la regulación y control de la educación superior en nuestro país, anunciaron la decisión de intervenir la Universidad de Guayaquil, medida, de alguna manera, esperada y esperanzadora para profundizar los cambios que se requieren en la construcción de la Universidad del Siglo XXI.  

Los diferentes estamentos universitarios, comprometidos con el progreso institucional, y que conciben a la Universidad como un factor vital para el desarrollo social, ven la medida del CES como la oportunidad más importante para construir la institución universitaria que reclama nuestro pueblo. La decisiones tomadas hasta hoy por la Comisión interventora nos permite pensar que el futuro de la Universidad será tan promisorio, como la parte del pasado de la que nos sentimos orgullosos.

Podemos decir que parten de un principio fundamental; respecto al estudiante, concebido como el derecho que tienen a un proceso de formación de calidad y excelencia. Para ellos se considera la pertinencia de la oferta académica, que permitirá reducir a la mínima expresión la desocupación profesional; también encierra un proceso de capacitación docente que involucra a  más de 1.200 profesores, la convocatoria de centenares de concursos de méritos y oposición para docentes, que inicia el camino de una política de relevo generacional docente, necesaria y urgente y basada en la meritocracia.

Atentamente
Lcdo. Víctor Ballesteros Albán M.SC.