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El Telégrafo

La historia los juzgará

07 de noviembre de 2011

Patria Altiva i Soberana (PAIS) irrumpió en el escenario político ecuatoriano como un movimiento con mucha expectativa; dado que, el mismo hecho de que no quería ser un partido político más, generó sobrada inquietud en la ciudadanía, lo que le dio posteriormente solidez y credibilidad.

El movimiento se forjó y consolidó con el ánimo de tratar de cambiar las viejas y caducas estructuras de la sociedad ecuatoriana y la forma de gobernar por parte de los partidos tradicionales -identificados como la “partidocracia”- que han sido, indiscutiblemente, los causantes del estancamiento económico y social del Ecuador durante décadas.

Entre los mentalizadores y luchadores del Movimiento PAIS, estuvieron Acosta, Rodríguez y Larrea, hombres aparentemente inteligentes y talentosos, pero que, lamentablemente, también sucumbieron ante las tentaciones humanas; es decir, la soberbia, ambiciones personales y grupales de: “¡ya te tocó a ti, ahora me toca a mí!”; demostrando inmadurez y deslealtad a un gran proyecto político, que es el punto de partida para el cambio en todos sus estamentos.

A la luz de la opinión pública, actualmente PAIS goza de una aceptación extraordinaria, a nivel nacional, en que los ecuatorianos, aun sus más enconados adversarios de la derecha política, no pueden esconder ni tapar el Sol con un dedo, ante la labor por demás patriótica del gobierno de la Revolución Ciudadana.

Es que realmente Rodríguez, Acosta y Larrea perdieron la gran posibilidad de ser recordados como los sustentadores de la Revolución, pero en buena hora y a tiempo se despojaron de su ropaje auténtico al cual representaron: Acosta jamás podrá desprenderse de su cordón umbilical que lo relaciona a los banqueros; Rodríguez, ligado y fiel servidor de Fabián Alarcón; y Larrea, ex diputado del APRE y ex subsecretario del PRE.

En realidad Correa, Moreno, Cordero, Patiño, Alvarado, entre otros, están sentando las bases del cambio en el Ecuador. Sus papeles son fundamentales en la decisión del pueblo, que los ratificó y les brindó su confianza en Montecristi, con la nueva Constitución, hasta las elecciones de abril de 2009. En el accionar político, todo tiene su momento.

La prudencia, sensatez y humildad deben ser practicadas. Esto no entendieron Rodríguez, Larrea y Acosta, cuyas ambiciones pudieron más que su trascendencia en la historia.

Atentamente,


Galo Bonifaz Saltos
Guayaquil

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