Grave error trivializar lo trascendente para quien se precie de ser intelectual serio. Deleznable actitud condicionada por las bajas pasiones que entorpecen el pensamiento, alteran la creatividad, ensombrecen la imaginación y deforman la lógica. Innoble la intención del humorista gráfico el querer resaltar una falencia administrativa del sector educativo con imágenes grotescas y burdas frases acomodaticias que afectan el sensorio y la sensibilidad estética.
Condena a la ignominia al caricaturista que pretende transformar en jocoso, risible, cómico, todo aquello que signifique oportunidad de liberación a su espíritu torvo atrapado por la tortura del odio. Distancia enorme separa al humorista profesional que conoce de lo paradojal e incongruente entre la abstracción y la intuición, de aquel que desconoce este fundamento teórico de la risa.
El reciente doctorado honoris causa entregado al presidente Rafael Correa Delgado por la Universidad de Barcelona, en reconocimiento a sus indiscutibles méritos académicos y trabajo denodado en favor de las grandes mayorías históricamente desatendidas en sus necesidades básicas y relegadas de oportunidades de desarrollo, debiera generar orgullo en cada ecuatoriano por tan significativo grado académico.
Independientemente de simpatías personales y banderías políticas, la concesión universitaria debe ser valorada desde el dominio del amor a la verdad y el valor para defenderla, enseñanza fundamental al interior de los claustros universitarios, aprendida y defendida por el presidente Correa bajo toda circunstancia y riesgo.
Resulta intolerable que se juegue con las palabras y se soslayen significados con resultados nada risibles.
César Bravo Bermeo