Niels Bohr decía que el objetivo de la ciencia no es la verdad universal, sino uno más modesto y severo: “la eliminación gradual de prejuicios”. Establecer con objetividad la situación del sistema de educación superior del Ecuador requiere iguales dosis de modestia y severidad. En este debate hay un prejuicio prevalente: cómo se genera conocimiento científico, es decir, cómo se hace ciencia en el día a día.
Michael Polanyi, químico y filósofo de la ciencia, identificaba tres aspectos esenciales de la praxis científica: desarrollo de criterio científico, ciclo consenso-disenso y convicción en el sistema científico.
El criterio científico no solo se aprende de libros o clases. Fundamentalmente se lo adquiere de la relación cercana con un experto, en modo muy similar a un artesano o pintor, que pasa los secretos de su oficio a la siguiente generación. El aspirante a científico aprende a plantearse preguntas desde la plausibilidad, valor científico y originalidad de sus experimentos y modelos teóricos.
La ciencia emerge de la continua interacción entre sus practicantes y la publicación de sus resultados. Este intercambio crea consenso, es decir, conocimiento aceptado, y abre las puertas al disenso, conocimiento nuevo sometido a verificación.
Es muy difícil hacer aportes originales en la ciencia, sin antes tener una profunda convicción en el sistema científico. No se puede hacer ciencia si no se cuenta con una cadena continua de maestros y aprendices que lleguen a consensos y expandan el conocimiento mediante el disenso.
Bernoulli, Euler, Lagrange, Fourier, Navier, etc., son un ejemplo clásico de tutores y discípulos sucesivos. Ellos forman parte de una de tantas célebres genealogías científicas, que se extienden en el tiempo, abarcando geografías variadas y áreas de conocimiento diferentes.
En contraste, el sistema universitario ecuatoriano no ha desarrollado escuelas de conocimiento, se publica poco y se colabora ocasionalmente. Los estudiantes no desarrollan criterio científico y menos aún una convicción en el sistema científico. Los universitarios ecuatorianos hemos sido muy buenos en practicar el ciclo del disenso político, pero sin consenso científico.
La universidad ecuatoriana necesita profesores investigadores para poder producir nuevos investigadores. Para que estos nuevos investigadores a su vez generen conocimiento, y no simplemente enseñen lo que ya es conocido. La sociedad ecuatoriana debe respaldar a sus científicos con una estructura de investigación coherente, donde el mérito científico anteceda al criterio administrativo.
Eliminemos nuestros prejuicios al cambio, y dirijamos a la universidad ecuatoriana hacia el desafío de descubrir. No hay tiempo que perder.
Leonardo Basile, PhD
Profesor Principal, Escuela Politécnica Nacional
Becario Senescyt de posdoctorado en Oak Ridge National Laboratory, EE.UU.
Juan Carlos Idrobo, PhD
Research Staff Member
Oak Ridge National Laboratory, EE.UU.