Complicada, como se preveía, ha sido la entrega de la posta del control del tránsito en Quito, de la Policía Nacional a los agentes de tránsito municipales, y, sin el afán de ser reduccionista, considero que son tres las causas de esta complicación. La primera es la pérdida de prestigio del ente controlador; la PN se había cuasi quemado en esta actividad; ya no daba más; su presencia útil y necesaria solo había quedado para los accidentes, o para uno que otro ‘trancón’; la corruptela la tenía contra la pared; su gestión, más que tranquilizar, preocupaba. La segunda se refiere a la ciudadanía (conductores y peatones) anárquica, cuya cultura de contravención desbordó a la PN y está desbordando prematuramente a los nuevos agentes; ha convertido en tolerables “n” contravenciones punibles (paradas de buses, cruce de calles, uso de pito, acelerar en amarillo, estacionarse en la vereda, doblar a la izquierda en rojo, velocidad…); es la parte corruptora que corrompió a la PN, y pretende seguirlo haciendo; su nivel de anarquía es tal que parece padecer un problema neurológico, es decir, de falta de capacidad para vivir en orden. La tercera tiene que ver con la juventud de los nuevos agentes, a quienes se los ve temerosos, sin presencia, sin la pizca de arrogancia que deben tener, sin don de mando; he sido testigo que caen en discusiones innecesarias provocadas por el contraventor y en distracciones propias de su edad celular.
Con estos antecedentes, corresponde al Municipio de Quito continuar con la capacitación psicológica, pedagógica y legal de sus agentes, supervisarlos y apoyarlos patronal y salarialmente, evaluar constantemente los resultados del control del tránsito; debe, también, volverse a poner énfasis en la aplicación de medidas coercitivas, cuyo uso dura menos de lo que dura el amanecer. Finalmente, los quiteños adultos, entre los que se destacan los choferes del servicio de transportación pública, debemos, de una vez por todas, graduarnos de ciudadanos, con el cumplimiento de todas las obligaciones del capítulo tránsito vehicular, y de algunas otras.
Cristóbal Serrano Dueñas
