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El Telégrafo

Clientelismo y patronazgo político

18 de febrero de 2014

El clientelismo político puede considerarse como un trueque entre el apoyo electoral y un cargo público, un contrato u otra oferta generosa de las que abundan en las campañas electorales. Planteado así, el clientelismo político no es otra cosa que un convenio entre candidatos y grupos que se disponen a luchar en pos de conseguir beneficios personales a cambio de lealtad, obediencia, respaldo y sicariato moral contra los adversarios políticos utilizando el arma de la falsedad, la calumnia y la mentira.

Dentro de este sistema clientelar los problemas sociales, es decir, las necesidades prioritarias de las comunidades quedan en segundo plano. Los triunfadores en la lid electoral llegan al poder atados de pies y manos por una cadena de ofertas y compromisos adquiridos.

Cada aportante, cada dirigente grupal, cada guardaespaldas se encolumnan para recibir su parte del pastel  y, lo que es peor, se sienten con derecho a intervenir en las decisiones institucionales.

En consecuencia, el clientelismo político es un lastre para el desarrollo integral de los pueblos porque obstaculiza la calidad y la eficiencia que requiere un régimen democrático de libertades públicas y derechos civiles porque lo único que buscan es la figuración, la captación de posiciones burocráticas y cumplir sumisamente las órdenes de los financistas nacionales o extranjeros, empresarios de la desestabilización de los gobiernos progresistas de América Latina.

Rafael Cobo Espinoza

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