La Marcha de las Putas Ecuador, como organización feminista contemporánea de la sociedad, se pronuncia a favor de la libertad de expresión y en contra de la discriminación hacia la diferencia, razón por la cual rechazamos categóricamente el artículo: “Las minorías quieren imponer las reglas a las mayorías”, de autoría de Humberto Mancero Mosquera, publicado el 4 de junio de 2013, en el diario El Telégrafo. A continuación nuestra respuesta:
1. Pensamos que diario El Telégrafo, como medio de comunicación de carácter público, que se solventa con los recursos de tod@s, debería abstenerse de publicar contenidos que, como punto de partida, no cumplan con el respeto y sujeción a los derechos constitucionales de tod@s l@s ciudadan@s: l@s que lo leen y l@s que son nombrad@s en un artículo. Pensamos que a través de la difusión del artículo de Humberto Mancero Mosquera se ha permitido violentar los derechos constitucionales de la ciudadanía, especialmente los de la población GLBTI del Ecuador.
2. En concreto, consideramos que el artículo de Mancero Mosquera incurre en los siguientes atentados contra los derechos humanos:
a) Nombrar a las familias diversas como “disfuncionales”, cuando el significado literal del término es el siguiente: “Del hecho o fenómeno que produce consecuencias contrarias al buen funcionamiento de un determinado sistema social”.
b) Expresar que las luchas sociales de las minorías se articulan por una circunstancia de autovictimización. Esto implica ignorar las estadísticas nacionales de violencia hacia las mujeres, de crímenes de odio hacia las personas trans, de suicidios dentro de la población GLBTI por rechazo social, o la imposibilidad de las personas trans de acceder a los más básicos derechos civiles por no poseer una cédula de ciudadanía que reconozca su género, por mencionar algunos ejemplos de desigualdad e injusticia social.
c) Afirmar que la “identidad de género es nociva y no tiene sustento demostrable” atenta contra este postulado de la Constitución del Ecuador. El género, al ser la manifestación externa libre y voluntaria del ser humano, en su corporalidad, no precisa demostración porque su existencia es un hecho innegable.
d) Incluir a la zoofilia, al bestialismo y a la necrofilia dentro de la lista de orientaciones sexuales supone confundir y mezclar en un solo saco lo que la psiquiatría considera “parafilias” (zoofilia, bestialismo y necrofilia), y en el caso de la “bestialidad”, lo que el Código Penal ecuatoriano aún considera un delito, con las orientaciones sexuales que se dan entre seres humanos y con la identidad de género; categorías ambas, despenalizadas, despatologizadas (la orientación sexual desde los años 70 y la identidad de género en el último DSM V) y, en el caso del Ecuador, reconocidas ambas como categorías constitucionales por las que el autor de este artículo manifiesta reiteradamente su irrespeto.
e) Insistir en que la cédula de ciudadanía debería contener clasificaciones relativas a la orientación sexual es no comprender la diferencia básica entre características públicamente relevantes de la identidad y características que pertenecen al fuero sexual e interno de cada persona. Así, el género, que sí debería constar en la cédula, remite a la expresión pública y notoria de la feminidad o masculinidad de una persona; mientras que el sexo y las orientaciones sexuales remiten a la vida privada, la cual se encuentra protegida bajo el concepto constitucional de derecho a la intimidad.
f) Argumentar la cantidad de “10%” como una cifra a partir de la cual un grupo de la sociedad empiece a ser considerado digno de acceder a todo tipo de derechos. Los derechos humanos no se condicionan ni se validan porcentualmente; son intrínsecos al ser humano por el hecho de ser tal sin discriminación de ninguna índole, como prescribe el artículo 11 número 2 de la Constitución.
g) Nombrar la “Institucionalidad familiar tradicional” como sinónimo de Buen Vivir es desconocer nuevamente la Constitución del Ecuador, la misma que suscribe un concepto de la cosmología andina que procura la armonía entre los seres humanos en su diversidad de culturas y formas de estar en el mundo, sin imposición alguna de modelos patriarcales que determinen el significado de “familia” y el significado de “tradición”.
3. En vista de lo anteriormente expuesto, instamos al autor del artículo a que ofrezca públicas disculpas a la ciudadanía por un texto que, a todas luces, se escribe desde la fobia hacia la diferencia, el desconocimiento de la Constitución y las leyes ecuatorianas y desde la pretensión de invisibilización y negación de un sector de la población del país. Instamos, así mismo, a diario El Telégrafo, a cuidar la calidad de los contenidos que publica, pues es penoso que un medio de comunicación público permita la apología de la discriminación y la violación de la Constitución a renglón seguido en un artículo.
Marcha de las Putas Ecuador
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