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El Telégrafo

Bonil y sus caricaturas

24 de enero de 2014

Cuando se expresa una o varias opiniones por medio de los diarios, radio o televisión, es necesario que lo hagamos con claridad y suma responsabilidad. No podemos -los que opinamos- desatender los hechos reales y las condiciones sobre lo que se va a tratar.

Todos debemos tener conciencia de que hablar para los demás es de mucho riesgo siempre, y peor aún si no nos ceñimos a hechos y situaciones reales, de los que debemos emitir criterios de acuerdo con nuestra ideología y entender los hechos, sin desfigurar la realidad; mas no podemos ni debemos acusar a personas naturales o jurídicas sin fundamentos. La verdad debe ser el cimiento de cualquier  criterio en la intimidad, y más aún en  la vida pública.

Sabemos de sobra lo que es una caricatura, la que consiste únicamente en el dibujo artístico y humorístico. Cualquier aditivo de expresión escrita ya no es  una caricatura. Es decir que aquello ya constituye una opinión sobre un hecho determinado, por lo tanto, debe considerarse lo que anotamos aquí inicialmente.

Tampoco debemos consentir que el hecho de que se haga una caricatura para causar ‘gracia en el humor’ se le permita al artista obscenidades o dibujos que ofendan en su honor a tal o cual persona sin debidos justificativos.

Concretamente, señor Director, el caricaturista o dibujante que se desenvuelve en los medios de comunicación es definitivamente -aun sin tener el título- un periodista, que debe someterse, sin excusa alguna, a la Ley de Comunicación y su reglamento.

De tal manera que el señor Bonilla Zapata (Bonil) no es la excepción. Para finalizar, él pudo haberse acogido para opinar gráfica y literalmente a las noticias o criterios de terceros, lo cual no lo exime de responsabilidades, ya que al emitirlos los hizo suyos.

En el caso que nos anima él dice claramente: ‘Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentos de denuncias de corrupción’ aseverando -ya a su criterio- que se llevaron denuncias de corrupción. Él no dice que ‘supuestamente se las llevaron’ ni acota ‘según criterio del allanado’, por lo tanto, es una afirmación de la cual es absolutamente responsable y debe probarla ante la autoridad correspondiente, ya sea judicial o administrativamente.

La verdad, aunque duela.

Arturo Santos Ditto

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