Gracias, señor Presidente, por atender mi llamada, ya que hoy cristalizo mi aspiración reservada, ya que desde el 1 de octubre de 2010 he venido alentando mi ánimo de escribir respecto a lo que sucedió el 30 de septiembre, mas hoy he fortalecido mi propósito de leer la carta del señor Alfredo Vera con el título ‘Ni siquiera chivos expiatorios’ el 7 de octubre de 2013. Título que energizó también mis buenas vibras del hemisferio cerebral izquierdo, donde el científico francés Paul Broka localizó el centro del habla y el pensamiento lógico.

Así, puedo añadir que en nuestro país también se ha acumulado la costumbre como gala de políticos rezagados y demagogos que se oponen por oponerse a todo y odian que el Ecuador avance, en franca envidia de que sea el presidente Rafael Correa quien ejecuta proyectos, con nuevos hospitales, nuevos centros de salud, con puentes que se unen a mejores carreteras a largo y ancho del país, con nuevas escuelas y nuevos profesores, con reales programas de vivienda, con agua, luz y alcantarillado, con megaproyectos hidroeléctricos multipropósitos que se están haciendo realidad, nuevas universidades, a más de la refinería en Manabí.

Los opositores y politiqueros, aliados a la prensa corrupta y a los grupos de poder económico que tanto defienden la libertad de expresión para mentir, difamar y tergiversar la noticia abusando del sistema democrático, son quienes dicen que el 30 de septiembre no pasó nada y pidieron con audacia en la Asamblea la amnistía para los autores intelectuales y materiales del repugnante episodio.

Aunque tengo muchas razones para reprochar los argumentos de quienes dicen que el 30 de septiembre no pasó nada, solo me queda una reflexión para reconocer diferencias entre dos acontecimientos: cuando sacamos al Gobierno de nefasta recordación, la mayoría del pueblo ecuatoriano estuvo de acuerdo, a diferencia del  30-S.

Luis Calvas Ríos