Vivir mejor o vivir bien
David Choquehuanca es un yatiri, como se llama a un hombre sabio en aymara. Tuve la oportunidad de conversar con él por primera vez hace más de 10 años y, al reflexionar sobre la situación actual en el mundo, me dijo que no entendía por qué en la sociedad blanco-mestiza siempre se decía que las personas tenían que vivir mejor; no entendía qué significado tenía el siempre querer vivir mejor. Ellos, los indígenas latinoamericanos, proponían simplemente Vivir bien, que en aymara se dice Sumaq Qamaña.
Vivir mejor o vivir bien puede ser la diferencia entre la muerte y la vida. ¿Qué significa siempre vivir mejor? -me pregunté luego de este encuentro. ¿Quiero vivir mejor que mi abuelo? ¿Mejor que mi padre, mejor que mi hermano, mejor que mi amigo, mejor sobre todo que mi vecino? ¿Por qué nunca estábamos satisfechos con lo que teníamos? ¿Incluso mejor de lo que yo vivía hace 20 años, hace 10 años, o el año pasado? ¿Siempre queremos más?
Mejor se entiende como tener más, y más significa aumento o superioridad, y siempre se lo relaciona con la jerarquía, con el poder y con el dinero. Esto de querer más para estar siempre mejor ha llevado al mundo a una situación insostenible por el imparable crecimiento del consumismo que está agotando los recursos de la tierra y creando en la naturaleza y en el clima situaciones cada día más graves.
El buen vivir, que viene del kichwa sumak kawsay, y el vivir bien, cuya raíz es aymara, remiten a una idea totalmente distinta; no se refieren a la acumulación de bienes o de dinero, ni a la competencia en lugar de la cooperación, sino que tienen que ver con la armonía del hombre con la naturaleza, para no extraer de ella sino lo indispensable para la vida; porque si nosotros queremos estar bien, la Pacha Mama, o Madre Naturaleza, debe estar bien. En segundo lugar, vivir en armonía con los otros seres humanos, no solo con la familia, sino también con los vecinos, con el barrio y la ciudad, con todos los seres humanos, porque todos son nuestros hermanos. Lo que le ocurra a una mujer, a un niño, o a un hombre en el África, en el dolorido medio Oriente, o en cualquier otro lugar de la Tierra, tiene que afectarnos a nosotros mismos; es decir, que su bienestar nos alegre y que su sufrimiento sea también nuestro sufrimiento. En tercer lugar, y tal vez el más importante, es la armonía con nosotros mismos; la paz interior indispensable para alcanzar la felicidad. Si no profundizamos en el espíritu humano, en los valores y virtudes de la humanidad, no será posible vivir bien con la naturaleza y con los otros seres humanos.
David Choquehuanca fue canciller de Bolivia desde 2006 hasta enero de 2017. En ese cargo le sucede otro indígena aymara, Fernando Huanacuni Mamani, otro yatiri, para decirle al mundo que la clave para entender los grandes problemas que afectan a la sociedad y al planeta, y para encontrar un nuevo modelo de vivir, es conocernos a nosotros mismos y entender cuáles son nuestras raíces para emprender un camino diferente. (O)