Entrevista / Fernando huanacuni / pensador aymara
“Todo indica que ha llegado el tiempo del retorno a nuestro equilibrio”
En su libro Buen Vivir, Vivir Bien, usted dice que las sociedades modernas quiebran la relación naturaleza-ser humano. ¿Por qué la modernidad nos volvió depredadores del planeta?
Tenemos dos hitos en la visión de los pueblos indígenas originarios: 1492, cuando empieza un desencuentro terrible en el proceso histórico de los pueblos, y 1532, cuando llegaron los españoles a Cajamarca y empezó un proceso de superposición cultural que fue cambiar de modelo de vida. Ellos venían con una visión unidimensional, hegemónica, con un dios único. Vino la espada y la cruz. La espada significó la obligatoriedad y la cruz, borrar nuestra fe. Hoy, la espada y la cruz simbolizan una cosmovisión machista, jerárquica, antropocentrista, desarticulada, y crea una falsa dicotomía entre la madre Tierra y el ser humano. Una relación de uso y abuso.
Luego, se inaugura una época de formación de naciones. El estado unitario, las repúblicas. ¿Cómo el pensamiento andino comprende la convivencia con estas nuevas formas de vida?
Es una realidad la colonia y son una realidad la cruz y la espada. Dicen los mitos nuestros que cuando llegaron los españoles se cerraron las puertas a los sitios sagrados y nuestros sabios se volvieron piedra. Pero este nuevo proceso de cambio que vivimos ahora es la rebelión de los ancestros, de los lugares sagrados. Después de habernos vuelto piedra, nuevamente emergemos, aunque la vivencia en la república sigue siendo hostil. El accionar del pueblo indígena originario está siempre acorde con los tiempos, porque la pacha mama tiene ciclos y tiene tiempos.
Y, esos no son tiempos lineales…
No, para nada. Son circulares, son cíclicos, por lo tanto, todo indica que ha llegado el tiempo. Desde 1992, los abuelos nos anuncian que ha llegado el tiempo del retorno a nuestro equilibrio, a nuestra armonía que es el pachakuti. Es una forma de lenguaje natural.
¿El pachakuti o cambio de época, afecta únicamente a los pueblos indígenas o a toda la humanidad?
Ha llegado el mejor momento, no solamente para lo indígena originario, sino para todos, porque los cambios son evidentes. Pero, el cambio no solamente es afuera, nosotros somos parte de la pacha mama y lo estamos sintiendo. Ahora, el proyecto moderno hasta podría vender el pachakuti, ¡quiere vender todo! Entonces, creo que debemos detenernos, necesitamos recuperar nuestra identidad, nuestra dignidad, nuestra armonía con la madre Tierra. Y esto no es solamente una propuesta política o filosófica, sino que es la vida.
Pero, ¿no hay riesgo de caer en el etnocentrismo?
En la época colonial, los criollos decían que el indio será liberado por la lucidez y la fuerza del criollo. Pensaron que nosotros no pensábamos. En esta época moderna, dicen que lo indígena o lo campesino va a ser liberado por la lucidez de la izquierda. O sea, lo mismo. Siguen pensando que no pensamos.
Lea también: Más allá del capitalismo y del socialismo
¿Qué es la democracia para el pueblo indígena comunitario?
La democracia como tal no es parte de las prácticas indígenas. Las mayorías mandan a las minorías, pero eso podría significar un monopolio de información, de poder, lo que no significa una práctica comunitaria. Ese método desencuentra, mientras que las prácticas comunitarias eligen el encuentro. Nosotros creemos en el consenso y en la deliberación permanente.
¿Occidente irrespeta la concepción ancestral del tiempo?
Para nosotros los proyectos no son necesariamente inmediatos. Los tiempos de los abuelos son distintos, mientras que Occidente quiere los resultados ya. Los procesos de cambio verdaderos son una cuestión de generaciones, pero tenemos que dar ciertas condiciones para que el proceso se siga expresando con fuerza y vitalidad original. Necesitamos políticas públicas para reconstituir el buen vivir, el equilibrio. Cuando ya logremos el equilibrio, estas políticas van a ser distintas. Ahora mismo, vemos las limitaciones de los estados y la limitación de la conciencia social que solamente vela por lo humano, y la izquierda lo promueve.
¿Qué es la nación en el siglo XXI para los pueblos originarios?
Nación es la relación de cariño y afecto con un entorno. De ahí surge la identidad, del afecto.
¿Es momento de recuperar nuestra relación con el espíritu creativo?
La sensibilidad y la armonía generan arte. Si tú sientes más a la madre tierra, generas muchas formas de armonía. La disonancia surge cuando te apartas de la madre tierra y construyes relaciones de uso y abuso, no de cariño. Seguramente las técnicas y metodologías occidentales son efectivas para generar más riqueza, pero, ¿solo queremos generar riqueza o queremos generar un buen relacionamiento con la vida?
¿Dónde reside el valor de los ancestros, para el pueblo aymara?
Nosotros diferenciamos antepasado de ancestro. Antepasado es solamente la generación inconsciente que pasa. En cambio, el ancestro te deja un mensaje para uno, para los hijos, para los nietos. Deja sabiduría. El abuelo y la abuela son para nosotros muy importantes. Hay abuelos que te enseñan muchísimo más que hablando, haciendo, viviendo. Mi abuelo me decía: “el que habla no sabe, hijo; y el que sabe no habla, hijo”.
¿Cómo se entiende la interculturalidad?
No creemos mucho en esa metodología. Nosotros hablamos más de la reconstitución de la identidad. Creemos en la convivencia, no solo en la coexistencia. Eso significa comprender también los equilibrios de la historia. Nosotros pedimos tierra y territorio, y eso no termina de entender la gente occidental, que lucha por la vida y la libertad. Nosotros reclamamos y reconstituimos tierra y territorio, porque no podemos ser libres sin la madre tierra. Nosotros desapareceremos y la pacha mama va a continuar.
¿Qué es la identidad para los pueblos originarios?
La identidad está ligada a la dignidad. La identidad es la primera fuerza de nosotros mismos. El abuelo decía: “Si tú te niegas a ser aymara, has perdido la primera fuerza y no vas a poder caminar hacia ninguna parte, hijo, porque te has negado a ti mismo”. Tú no eres solo.
Sin embargo, Occidente promueve una idea de soledad, de individualidad: si nací solo, me voy a morir solo...
No hay nada solo. En las lenguas ancestrales no forzadas, la primera palabra que se enseña es nosotros. Por eso, el daño aparente al otro es un daño a ti mismo. Si desapareciera el cóndor, algo de nosotros desaparece. Ni siquiera el hacinamiento de las ciudades hace que estemos juntos. Estamos juntos, pero solitos. Entonces, la comunidad y la identidad son procesos de la conciencia comunitaria: todo es parte de todo.
¿Cuál es la concepción de la salud, para los pueblos indígenas originarios?
La salud no es solamente ausencia de enfermedad. Es mantener las armonías: la identidad, pareja, familia, comunidad, madre tierra, ancestros, padre cosmos. Tal vez no duela nada, pero si estás sin esas armonías, no hay esa salud, o lo que nosotros llamamos vida en plenitud, buen vivir. (I)