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Los afrodescendientes, en la lupa del mundo

Un decenio de reparación para siglos de discriminación

El Estado ecuatoriano genera espacios de participación para las organizaciones afrodescendientes del país.
El Estado ecuatoriano genera espacios de participación para las organizaciones afrodescendientes del país.
Foto: Cortesía Consejo Participación Ciudadana
17 de enero de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

El racismo, la discriminación, la xenofobia, el etnocentrismo o la homofobia son comportamientos  que se basan en el ejercicio de poder de un grupo humano sobre otro. Después de quinientos años de la colonización europea de América y a setenta años del holocausto y genocidio nazi, la violencia o ‘limpieza racial’ en el mundo contemporáneo aún se mantiene, sea de manera expresa o sutil.  

Sin embargo, desde finales del siglo pasado han surgido vientos refrescantes de cambio propiciados por diversos movimientos sociales, étnicos y culturales en todo el continente. Por ejemplo, el movimiento indígena y el movimiento afrodescendiente, como fuerzas de insurgencia, han irrumpido en el escenario político para decir ¡basta a todo tipo de discriminación! y exigir reparación por siglos de exclusión.

Estas expresiones de resistencia han obligado a organismos internacionales como las Naciones Unidas a emitir instrumentos normativos, para que sean aplicados en las agendas de los diferentes Estados.

Ecuador goza desde 2008 de una de las constituciones más garantistas de la región en términos de derechos. El artículo 1º de la Constitución declara que el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. En el artículo 3º, numeral 1º de la Constitución se establece como deber primordial del Estado, entre otros, el de garantizar sin discriminación alguna el efectivo goce de los derechos establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales.  

El Ecuador, como nunca, protagoniza un momento histórico en término de derechos y de participación ciudadana en favor de aquellas mal llamadas ‘minorías étnicas’, al reconocer la diversidad étnica y cultural del país, contando con la presencia de comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas, afrodescendientes, montubios, poseedores de una enorme riqueza cultural que se expresa en su cosmovisión, sus tradiciones, sus costumbres, sus saberes ancestrales, sus formas de organización social, política y económica, sus representaciones simbólicas y su memoria histórica.

En este marco se inscribe el pueblo afroecuatoriano como un pueblo ancestral que por siglos ha sido invisibilizado, marginado, excluido y víctima de discriminación.

De acuerdo al Censo de Población y Vivienda de 2010, de la totalidad de la población ecuatoriana el 7,2% se autoidentifica como afroecuatoriano. Esto significa que de los casi 14 millones y medio de ecuatorianos que fueron censados en 2010, 1’041.559 son afroecuatorianos. La población afroecuatoriana está presente en todo el territorio.

La provincia de Esmeraldas es la que cuenta con mayor proporción de población afroecuatoriana, el 44%. En números absolutos Guayaquil concentra un cuarto de millón de afroecuatorianos, representando el 11% de la población del cantón y casi el 25% de todos los afrodescendientes del país.

El 18 de noviembre de 2014, mediante Resolución Nº 69/16, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el ‘Programa de Actividades del Decenio Internacional para los Afrodescendientes: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo 2015-2024’, que tiene como propósito poner en las agendas de los Estados los problemas de vulnerabilidad de derechos y desigualdades de la población afrodescendiente del mundo, víctima de esclavitud, colonialismo y de todas las formas sistemáticas de discriminación.

En este marco, el Estado ecuatoriano ha decidido aunar todos los esfuerzos posibles para garantizar el cumplimiento de los objetivos, metas y actividades contempladas en el Decenio Internacional Afrodescendiente. Este esfuerzo se ha venido desarrollando a través de una minga interinstitucional que ha permitido generar espacios de participación donde las organizaciones afrodescendientes del país puedan reunirse, conversar y debatir sobre los contenidos del Decenio, expresar sus inquietudes, demandas y expectativas y, sobre todo, decirle al país y al mundo, como lo decía con toda convicción una de las dirigentes afroecuatorianas en uno de los encuentros, que  “no es suficiente un decenio para reparar siglos de postergación, exclusión y discriminación; es hora de que nuestras voces sean escuchadas y que nuestros derechos sean atendidos”.

En estos espacios de debate y  participación ciudadana de las organizaciones afroecuatorianas no se hicieron esperar todo tipo de expresiones, emociones, sensaciones y sentimientos encontrados, alentados por un espíritu combativo y de empoderamiento de su identidad cultural y, sobre todo, por un espíritu esperanzador que permitió que los temas centrales del Decenio (el   reconocimiento, la justicia y el desarrollo) sean los canales a través de los cuales transiten propuestas concretas para que todos los actores implicados (el Estado ecuatoriano, las instituciones, las organizaciones afroecuatorianas, la academia, los medios de comunicación y la sociedad en su conjunto) se integren y conformen un círculo de complicidad, solidaridad, reciprocidad y complementariedad que permita optimizar y armonizar los esfuerzos para lograr que se cumplan los objetivos planteados en el Decenio y se garantice el cumplimiento de dichas propuestas, a fin de revertirlas en acciones afirmativas y políticas públicas que permitan eliminar todas las formas de discriminación racial y exclusión étnica y cultural en contra del pueblo afroecuatoriano.

La Declaración Internacional del Decenio Afrodescendiente es una gran oportunidad tanto para la institucionalidad del Estado ecuatoriano como para la sociedad civil afrodescendiente, en la línea de afianzar la consolidación de un movimiento afroecuatoriano capaz de movilizarse con un rol protagónico en la implementación del Plan de Acción del Decenio, que coadyuve en la construcción de la Sociedad Intercultural del Buen Vivir. (I)

La provincia de Esmeraldas cuenta con el 44% de la población afroecuatoriana. Foto: Cortesía CSJ Participación Ciudadana.

DATOS

El cubano Nicolás Guillén y el ecuatoriano Antonio Preciado son dos de los más importantes poetas negros de América Latina

Canto Negro (Nicolás Guillén)
¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.

Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma,
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó,
aé, yambó, aé.

Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba;
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!

Matábara del hombre malo
(Antonio Preciado)

Siete cielos sobre el cielo,
cielo negro, noche mala,
y nueve profundos cuervos
sobre la nube más alta. Cátala catún balé, catún balé caté cátala.
Tengo una hoguera que sube,
son siete lenguas de llama,
malabón caramba aché,
cien ojos de gente mala,
un vaso de sangre azul, veinte lenguas putrefactas, un corazón, lodo y pus de las más bajas entrañas. Nueve alfileres de hueso, veneno de tres arañas, y ahora sí que ya te mueres, fantasma de la oscurana. ¡Cátala catún balé, catún balé caté cátala!

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