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Ecuador, 08 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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El concepto se expandió en el mundo con mayor fuerza en los 80 como una respuesta al consumismo

En Ecuador existen al menos siete ejemplos de ecoaldeas

Para ser parte de una ecoaldea se debe practicar la sustentabilidad alimenticia y el trabajo colectivo.
Para ser parte de una ecoaldea se debe practicar la sustentabilidad alimenticia y el trabajo colectivo.
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La tendencia en las últimas dos décadas en materia de construcción es una oferta creciente de apartamentos y viviendas con espacios pequeños, con escasas áreas verdes y plagadas de tomacorrientes para facilitar la conexión de artefactos electrónicos que se ofrecen como sinónimo de vivir bien. Y es que fruto de la aglomeración continúa en las grandes ciudades, ese es el camino que se ha usado para brindar un techo a tantas familias que lo demandan.

La presión demográfica sobre los espacios urbanos es cada día mayor. Esta situación también genera mayor presión sobre recursos como el agua y el bosque aledaño a las ciudades. Cada día somos más personas, generando afectaciones y desechos: 0,67 kilogramos de basura diaria promedio, un poco más del promedio regional, que es de 0,63 kg. En el Quito metropolitano se estima que 4.000 personas viven en cada kilómetro cuadrado.

Pero, ¿qué pasaría si alguien diría que existen espacios para vivir, de bajo costo, con grandes zonas verdes y en donde los únicos requisitos son el trabajo colectivo, la solidaridad y el respeto a la naturaleza? Esto no es ninguna broma. Estamos hablando de las “ecoaldeas”. Estos son asentamientos concebidos a pequeña escala, que incluyen todos los aspectos fundamentales para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural y practicando formas saludables de convivencia para que los recursos puedan persistir.

Cualquiera de nosotros puede vivir en estos espacios si solo estamos dispuestos a practicar el respeto por la naturaleza, el uso de energías renovables, la sustentabilidad alimenticia, el reciclaje y la utilización de materiales de construcción ecológicos. Es evidente que esta voluntad se encuentra en muy pocos de nosotros. Las primeras ecoaldeas surgieron en la década del 60, pero se expandieron con mayor fuerza a partir de la del 80 como una respuesta al gran consumismo y el derroche.

En 1995 se fundó la Red Global de Ecovillas, formada como resultado de la conferencia mundial ‘Ecoaldeas y comunidades sostenibles’, la que se encarga de promover este estilo de vida como alternativa a la actual.

Hoy en día se estima que hay más de 3.000 ecoaldeas en al menos 70 países. En el continente americano se estima que hay 255 ecoaldeas y en Ecuador, al menos 7. Este movimiento muestra que es posible vivir en armonía con la naturaleza.

En los últimos 50 años ha ganado adeptos pero también detractores. A veces se han señalado prácticas de algunos habitantes de estas comunidades que rivalizan con el entorno social, y en ocasiones se ha cometido el error de considerar a lujosos chalets construidos con técnicas sostenibles como ecoaldeas, cosa que no se correspondería con los principios de austeridad y vida comunitaria que se promulgan.

Con todo, una cosa sí es cierta. Debemos encontrar nuevos acuerdos para que quienes habitamos en la Tierra podamos tener un espacio digno, pero también en fraternidad con la naturaleza. Y esto no es retórica. El Informe Planeta Vivo, publicado por la World Wildlife Fund (WWF), indica que se necesitan 1,5 planetas para poder sostener el estilo de vida y el consumo actual. Es decir, con nuestro comportamiento se destruye el mundo y la mitad de otro.

Si bien no es delito aspirar a una casa al estilo de clase media norteamericana, la cual las grandes industrias culturales se encargan de publicitar, también es importante ser conscientes de que si los 7.000 millones de almas que habitan en este planeta hace eso se estaría comprometiendo gravemente la supervivencia de la vida en el planeta.

Una ecoaldea es un espacio donde todos los habitantes participan de la dirección de la comunidad. Aquí, el trabajo y necesidades diarias quedan cubiertos dentro de ella. Quizás lo más importante es la integración con la naturaleza, es decir, promoviendo prácticas de producción y uso de viviendas bioclimáticas que aprovechen los recursos de la zona. Las ecoaldeas implican una forma diferente de habitar a lo que se ha conocido.

Probablemente, la más famosa de las ecoaldeas sea Auroville, creada en 1968 y situada en Tamil Nadu, en el sur de la India. En sus inicios, este era un lugar completamente desértico, resultado de la deforestación y sobre pastoreo. Hoy en día sus condiciones son diferentes. Por ello, ha recibido el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), afirmando que es una “ciudad que la Tierra necesita”. Hoy en día, 2.000 personas de 35 países diferentes viven en Auroville.

En Ecuador hay varios ejemplos, como la comuna Tola Chica, localizada en la ciudad de Tumbaco, cerca de Quito. Esta es una comunidad con aproximadamente 64 familias y un total de 400 personas. Es una de las más organizadas y activas, reconocida como “la más ecológica” de Ecuador.

Las ecoaldeas demostraron funcionar en comunidades con cantidades relativamente pequeñas de habitantes. Por ello es obligatorio preguntarse si es posible replicar este tipo de comunidades en grandes poblaciones. La respuesta a esta pregunta representa un gran reto para los especialistas.

Muchos afirman que no es posible replicar ecoaldeas en la actualidad en las urbes -al menos en las condiciones actuales -dado el alto volumen de habitantes. Es posible adoptar ciertas prácticas y promover espacios verdes que permitan construir progresivamente formas de vida orientadas a un mayor equilibrio con la naturaleza.

Este tipo de experiencias se debatirá en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible ‘Hábitat III’. En las actividades preparatorias se ha conversado sobre nuevas agendas incluyendo asuntos como el manejo de espacio verde, del bosque, agua y tipo de infraestructura. Estos mismos temas se discuten entre las personas que habitan en las ecoaldeas. Esto representa una bonita sincronía, en un mundo que demanda de personas más conscientes. (O)

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