El Parque Nacional de Yasuní representa el mayor reto del gobierno de la Revolución Ciudadana, presidido por el economista Rafael Correa Delgado, donde pondrá de manifiesto su nivel de estadista y la conciencia alcanzada por el pueblo ecuatoriano. Y las acciones que se emprendan en un mundo interconectado tendrán consecuencias en todos los habitantes del planeta.
El Parque Nacional de Yasuní concentra la mayor biodiversidad del planeta, un bien de máximo valor, una riqueza incalculable como laboratorio natural y, en su subsuelo, se encuentra una riqueza de 860 millones de barriles de petróleo, cuya extracción podría servir de mucho para la realización de múltiples obras y servicios en beneficio del pueblo ecuatoriano, en especial de los más pobres.
El aparente dilema, así presentado, pondría en la disyuntiva la toma de decisiones, escoger entre dos opciones y escenarios irreconciliables: el Plan A, que consiste en mantener inexploradas las reservas que se encuentran en su subsuelo, conocidas como Iniciativa Yasuní ITT (Ishpingo, Tiputini y Tambococha); y el Plan B, explotar el petróleo.
Existen muchas más de dos opciones, que se ubican en visiones que corresponden a diversas eras de la humanidad y que requieren amplitud mental y pensamiento creativo, muchos conocimientos y sabiduría en la toma de decisiones y el liderazgo de un estadista, cuya decisión final sea excepcionalmente positiva y que marque un hito trascendente en la historia del Ecuador y la humanidad.
Einstein decía: “No se puede resolver un problema con el mismo pensamiento que lo originó”. Hay que salir del pensamiento que llegó a su límite y ubicarnos fuera del mismo, en los niveles superiores y dar soluciones creativas que la humanidad necesita.
Se requiere cambiar la era industrial, la modernidad, su pensamiento cartesiano y newtoniano y el consumismo, que ha llevado a la humanidad a una crisis sin precedentes de destrucción ambiental, con consecuencias irreparables.
La crisis, para la cultura china, representa a la vez problemas y oportunidades para encontrar soluciones innovadoras y creativas. Se requiere un liderazgo de dimensiones planetarias, que en gran parte del siglo veinte lo tuvo Konosoku Matsushita y en la actualidad Steve Jobs, para que personas sencillas afloren su espíritu innovador y creador y hagan cosas extraordinarias, para que toda la población participe en la construcción de una vida sana y sustentable, como en forma pionera señala nuestra Constitución.