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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Ya era hora

16 de abril de 2019

Ha sido noticia de primera plana, no solamente en los medios de comunicación ecuatorianos, sino en la prensa mundial, y por supuesto las redes sociales han estado muy activas en la transmisión de la noticia de que Ecuador, en ejercicio de sus derechos soberanos, expulsó, luego de casi siete años, al hacker australiano Julian Assange.

Desde los inicios de la concesión del asilo, manifesté mi oposición a que Ecuador se mezclara en este tema que nada tiene que ver con nuestra historia ni con nuestra diplomacia, y advertí de los inconvenientes que esto generaría.

El tiempo me ha dado la razón, la estadía de Assange le ha costado al Estado ecuatoriano algunos millones de dólares, pero sobre todo ha sido una espina clavada en las relaciones entre nuestro país y Reino Unido y le ha traído inconvenientes con España, Estados Unidos y Suecia.

El affaire Assange ha sido costoso en términos de imagen, por mantener asilado a un personaje que irrespetó la embajada de diversas maneras, ensuciando el recinto diplomático, conspirando a través de su agencia WikiLeaks para desestabilizar gobiernos, insultando a Ecuador y a sus autoridades.

La lista de agravios es enorme, la responsabilidad de Ecuador en este caso llegó a su fin. Ahora es tarea del Gobierno británico y de su justicia el determinar los siguientes pasos de este bullado caso.

Lo único que queda pendiente es retirarle la nacionalidad ecuatoriana a este sujeto y determinar las responsabilidades de quienes se la concedieron. (O)

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