Es el estribillo de una antigua canción anunciando que el mal tiempo siempre ocurre y concluye con la optimista frase: luego vendrá el sereno.
Ha llovido bastante en el país y parece que continuarán aguaceros más débiles en abril, según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi). Sin embargo el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno El Niño (Ciifen) informa que en la Sierra central y sur y la Costa central del Ecuador hay probabilidades de lluvias por encima de lo normal en el período marzo a mayo de 2012.
El Gobierno ha tratado de mitigar los efectos de este fuerte y largo temporal y es verdad que ahora estamos mejor preparados para enfrentar la furia de la naturaleza. Pero los daños causados por el agua son cuantiosos. Se perdieron más de 34.000 hectáreas de sembríos y otras 9.000 hectáreas están afectadas. Están inundadas las provincias de El Oro, Los Ríos, Guayas, Manabí, Esmeraldas y Loja. Y las cifras son sobrecogedoras. Las lluvias han dejado 30 muertos, 80.000 personas afectadas, 5.000 evacuados viviendo precariamente en improvisados refugios. Los deslaves han destruido cientos de viviendas y centenares de damnificados.
Para aliviar este sufrimiento de nuestros conciudadanos, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) entrega bonos de 90 dólares a los que se encuentran en los albergues. Y se están entregando raciones alimenticias y paquetes de limpieza en todas las zonas afectadas en el país. Y vemos al presidente Correa sintiendo en persona el agua y el dolor en sus visitas frecuentes a las localidades más vulnerables por las inundaciones y tomando acción inmediata.
Tarde o temprano cesarán las lluvias, luego vendrá el sereno y será el momento de reconstruir. Es por eso que los agricultores ya necesitan los insumos y el crédito para volver a sembrar, reconstruir sus casas, alimentar su ganado. En las zonas urbanas deben iniciarse los trabajos de reparación, bacheo y remediación de las instalaciones afectadas.
En forma notable y profesional, varias instituciones públicas trabajan para que cada año los inviernos fuertes provoquen menos daños en la población. Por ejemplo, la Secretaría Nacional del Agua está invirtiendo 2,165 millones de dólares en 15 megaproyectos que deben concluirse en 2016, alcanzando dos grandes objetivos: incrementar el área con riego controlado y cultivable a 614.000 hectáreas y proteger a 800.000 personas de las inundaciones. Esto es cuadriplicar lo que se tiene ahora. Un gran beneficio para el país que pone nuevamente en vigencia el antiguo anhelo ecuatoriano de ser el granero de América.