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El Telégrafo

¿Y el Informe a la Nación?

12 de agosto de 2011

Esperaba un Informe a la Nación diferente. Esperaba que el Presidente dedique su tiempo a desplegar los múltiples logros del proyecto social y político que, creo, sigue siendo la prioridad dentro de la agenda del Ejecutivo. En cambio, me topé con el mismo discurso de las últimas semanas, ciertas añoranzas de un pasado alfarista deteriorado y un espacio mal aprovechado. Los ministros coordinadores expusieron sin shungo lo que se volvió una rendición algo tediosa y excesivamente tecnocratizada, y no develaron el futuro de la política gubernamental para el período restante.   

No quiero decir con esto que estoy en contra o a favor de la posición adoptada por el Presidente. Eso es otra historia. El problema radica en utilizar los espacios adecuadamente. Yo no encendí el televisor el 10 de Agosto para saber si la prensa es o no un poder fáctico. Yo no encendí el televisor para saber si a Alfaro también lo persiguió la prensa y lo dotó de los mismos calificativos. Yo no prendí el televisor para escuchar sobre una querella personal o sobre la nueva oposición. Sinceramente, mi atención se comenzó a disipar después de los primeros veinte minutos.

Lo que sí esperaba era un despliegue de los aciertos de este Gobierno. Un amplio espectáculo derrochando las virtudes de la llamada “Revolución Ciudadana” y el vertiginoso avance del Plan Nacional del Buen Vivir. Utilizar esas herramientas para la renovación del discurso político que daría la pauta para revitalizar el ciclo restante. La exposición de los verdaderos argumentos que sostienen, o deberían sostener, este proyecto nuevo de país. No una justificación sobre juicios e intentonas golpistas.

Esperaba una avalancha de argumentos para convencer al escéptico y el indeciso de salir al feriado en un nuevo país. Esperaba el inicio de campaña para la reelección. Esperaba que las siguientes semanas el análisis en los medios sea acerca de las cifras presentadas, de las obras hechas, de la política implementada y, sobre todo lo anterior, de lo que se busca hacer a futuro. En cambio, nos tenemos que conformar con las entrevistas a Gustavo Larrea, a quien la prensa destrozó y reconstruyó en el mismo período presidencial, y cómo el Gobierno busca hacerse de los medios de comunicación.

En cierto modo, al igual que Lourdes Tibán, pero sin el afán de protagonismo barato, yo también me salí del Informe a la Nación. Salí decepcionado por mis propias expectativas. Salí decepcionado porque, a mi criterio, fue un grave error político. ¿Tendré que esperar un año más o nunca llegará? Mantengo mi esperanza en alto.

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