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El Telégrafo
Adalberto Santana

Columnista invitado

Xi Jinping y el socialismo en China

30 de octubre de 2017

Una de las más significativas resoluciones del XIX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino (PCCh) realizado en la segunda quincena de octubre de 2017, fue ratificar al presidente Xi Jinping en la Secretaría General de su partido y consagrar en su Constitución el pensamiento del actual presidente poniéndolo al mismo nivel que su máximo dirigente histórico: Mao Tse-tung (1893-1976). Logro bien merecido por uno de los más destacados líderes del orbe y el más relevante dirigente de la izquierda mundial.

En este contexto conviene resaltar que en los cinco años de gobierno que el mandatario Xi Jinping  ha llevado a cabo, se ha reducido la pobreza en la gran nación oriental, sacando de esas situación a cerca de 14 millones de personas al año. Particularmente de 2012 a 2016. Junto con ello se ha logrado que el ingreso per cápita anual en las regiones más vulnerables del gigante asiático (es decir, en las zonas rurales), ha aumentado un promedio de 10,7% cada año. Logro que es muy significativo si consideramos que la República Popular China (RPCh) cuenta aproximadamente con 1,379 millones de personas.

Es así, el país más poblado del planeta. Esto también nos explica que se considera a China  en nuestros días como la gran potencia en ascenso y una de las economías mundiales con mayor crecimiento (el PIB creció un 6,8% en el primer semestre de 2017). A la vez esa potencia va en ruta a convertirse en el eje central de la economía mundial en las próximas décadas, pero también se tiene que ponderar que sigue siendo un país en vías de desarrollo. Así lo apuntan Huang Huaguang y Luan Jian Zhang  en su obra: El sueño chino y el mundo (2013): “Conforme a los datos estadísticos del Banco Mundial, en 2011 el PIB per cápita fue de alrededor de
$ 1.100, representando el 133 lugar mundial”.

China  todavía cuenta con una población de 150 millones de habitantes, cuyo ingreso diario no alcanza el estándar de un dólar establecido por la ONU. Lo cual implica que, si bien es una economía en crecimiento, es también una nación que se ubica en la periferia mundial, tal como lo postulaba Deng Xiaoping: “China y los países del tercer mundo tienen un mismo destino”. Esto ha implicado en el pensamiento y praxis de la política de Xi Jinping que la RPCh ha intensificado sus relaciones de unidad y cooperación con los países llamados en vías de desarrollo.  

Si bien China ha pasado por distintas fases de su desarrollo socialista desde el triunfo de la Revolución Popular China en 1949, en algunos momentos replicando el modelo soviético y después corrigiéndolo y radicalizando el proceso dando un salto adelante, también ha orientado adecuadamente su desarrollo con fallas y aciertos. Llegando hasta nuestros días en los inicios del siglo XXI a construir un socialismo con características chinas. Tal como lo ha afirmado el propio Xi Jinping: “El socialismo con peculiaridades chinas es el socialismo y no cualquier otro ismo”.

Esto implica que ese socialismo chino seguirá por sus propias particularidades siendo dirigido por el PCCh. Pero también como lo señaló el mismo mandatario en esa modernización del país, se seguirá en la consolidación de “una sociedad modestamente acomodada”. Especial énfasis en ese sentido ha dicho con suma razón el presidente chino: “Solo los pies saben si les ajustan o no los zapatos, y solo el pueblo de un país sabe si el régimen estatal es conveniente o no”. (O)

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