¿Se pueden romper las reglas? Y si se puede hacerlo, ¿cuándo es razonable hacerlo? Comencemos por lo primero. Una regla es una norma de regulación de la vida colectiva tácita o explicita. La regla desemboca en una forma de comportamiento adecuada para mantener un tipo de relación entre las personas en un contexto o escenario compartido. Se entiende que, en una sociedad democrática, cuyo principio fundamental está definido por la dignidad y la libertad de las personas, esas reglas estarán dirigidas a mantener y a profundizar precisamente la democracia, la libertad, la justicia, y, en resumen, la vida armónica bajo esos términos.
Excepcionalmente esas normas o reglas podrían romperse, si afectan o son contrarias al objetivo fundamental que les dio origen, como históricamente ha ocurrido, si rastreamos los grandes cambios de la humanidad hacia la libertad. Evidentemente, estamos hablando de que la ruptura con un tipo de ordenamiento no tiene que ver con un acto emotivo, irreflexivo y solitario, impulsado solamente por el criterio individual. Se trata de una construcción racional y compartida, no de un estado de ánimo. Puedes sentirte el dueño del mundo, pero no puedes pasar por encima de los derechos de las otras personas.
Lamentablemente estamos expuestos, y cada vez con mayor fuerza, a las taras de megalómanos indeseables que sienten que pueden hacer lo que les da la gana. Pero si esto es más frecuente, si quienes se creen todopoderosos comienzan a romper las reglas de convivencia, quizá ya no se trata de un simple error del sistema, sino de su normalidad. ¿Seguimos en democracia? Porque la idea es que la democracia genera una serie de instituciones que permiten el procesamiento de la vida en comunidad, garantizando la igualdad y la libertad y la consecución de la felicidad en el reconocimiento que todos los seres humanos tienen derechos. Lo otro, que el más poderoso haga realidad sus más oscuros deseos pasando encima de todo, es volver al medioevo.
En un sistema democrático, si cualquiera se siente agredido por lo que estoy escribiendo, el día de mañana tiene las herramientas para presentar su reclamo, y si yo estoy en error, debo no solo reconocerlo sino pagar las consecuencias. Pero nadie puede venir a agredirme por lo que estoy diciendo, pues entonces aquel se convierte en el primero en cometer el error. Todo esto para decir que la imagen de Will Smith pegándole a Chris Rock, no es banal, es una muestra de lo que no queremos como sociedad, y debemos repudiar de cualquier manera.