Esta es mi tierra linda, el Ecuador,/tiene de todo:/ríos, montes y valles, sí señor,/y minas de oro. Esta canción, del género saltashpa, se entonaba en el siglo pasado en el sector rural del país. Alguna ocasión me pregunté qué habría escrito Friedrich Hassaurek, el embajador estadounidense del siglo XIX, al mirar una fiesta popular.
En su libro, donde también hay rumores, “Cuatro años entre los ecuatorianos”, estas tierras pasan a ser un lugar de pulgas en los tambos y negros, en el Valle del Chota, que no bailan como en New Orleans, aunque hay que reconocer que le agradaban los páramos.
En el capítulo “La política: Triste y despreciable” lanza sus dardos a este país de mierda, porque él, nacido en Viena, no pensaba que le enviarían a estas tierras miserables. Describe a los políticos astutos, mientras el país al que representa -tan civilizado- prepara la apropiación de la mitad de México.
Esa era parte de las visiones de los viajeros del siglo XIX: describir al país indolente. Curiosamente, Oswaldo Hurtado (que obtuvo el 1% de votos para ser Presidente) transcribe con furor el libro “Las costumbres de los ecuatorianos”, repitiendo -sin análisis- lo que aquellos viajeros lejanos pensaban de este país de cóndores y alacranes.
Esas miradas colonizadoras están en los cables de WikiLeaks: que el “Corcho” Cordero es soldado raso de Correa, que al Presidente no le gustan los reinados -porque prefiere las visiones anglosajonas- aunque sí baila con las reinas, que la oposición se reúne en secreto… Aunque los cables develan la lógica gringa, que no supera los años 70, debe ser más interesante el improbable diario de la “Mama Lucha”, con chismes más contundentes. En eso hay que reconocerle algo a Hassaurek, él al menos viajaba por el país, mientras que las embajadoras Linda Jewell y Heather Hodges esperaban los informes de los espías criollos de un país tropical, a diferencia de otros que invaden Afganistán.
Esos cables -robados y pensados para mostrar de cuerpo entero la política cuasi imperialista- ahora, por el poder de los grandes medios, son ataques velados al Gobierno. Hay que releer “Medios a las mediaciones”, de Jesús Martín Barbero, y “Ante la bandera”, de Julio Verne, porque debido al excesivo odio termina olvidándose de la patria.
El intelectual estadounidense Noam Chomsky dice que “WikiLeaks reveló el odio de EE.UU.”. Pero, además, pone al descubierto que en las agendas de los medios los corrillos de las embajadas gringas son más importantes que la historia profunda de este país entrañable.