Los WikiLeaks revelan el desprecio con el que los diplomáticos de EE.UU. tratan a países, instituciones y líderes del mundo, estén o no alineados con los intereses de Washington. Habrá que preguntarle al contribuyente estadounidense cuánto gastan sus embajadas en comprar (por vías ilegales, se entiende) tanta información, a veces ridícula y en todos los casos, subjetiva.
Revelan también que la diplomacia norteamericana seguiría sin entender que vivimos en un mundo multipolar y cambiante. Confirman afirmaciones de muchos intelectuales norteamericanos que EE.UU. es
un imperio en decadencia. Immanuel Wallerstein, James Petras, Noam Chomsky, al igual que Michael Moore o Oliver Stone, enfatizan esa idea. Ellos sostienen que, a pesar de la caída del Muro de Berlín, la economía capitalista, tal y como está, no tiene futuro y tampoco el poder de su principal expresión, EE.UU.
Declarar persona non grata a la ex embajadora estadounidense fue inevitable, diplomática y políticamente. Según esas filtraciones, difundidas con una intencionalidad que no solo es periodística por un diario de oposición de Guayaquil, la ex embajadora involucra al Presidente en una manipulación a alguien a quien califica como corrupto. Esto sería una intromisión intolerable. Lo grave es que el silencio “poco diplomático” de la embajadora, su renuencia a dar explicaciones, los calificaba como ciertos y admitidos. Quien calla otorga, dice la sabiduría popular.
Antes del actual Gobierno, se declaró que Ecuador es el “mejor aliado” de EE.UU. en la región, posponiendo la prioridad de Suramérica para los suramericanos. A base de un convenio negociado a espaldas del país, se entregó a los estadounidenses la base de Manta, a cambio de nada. Una contribución mucho más valiosa que todo el dinero que hubiesen podido percibir los exportadores ecuatorianos durante la vigencia del Atpdea. La soberanía no es una entelequia, como suponen los voceros de la partidocracia.
La superación de este impasse implica desnarcotizar la relación, abordar los temas migratorios, buscar acuerdos comerciales estables, delimitar con claridad los acuerdos de cooperación para reprimir el tráfico de sustancias prohibidas y lograr una cooperación alineada con los objetivos del Buen Vivir. Nada de esto es imposible. La relación con los EE.UU. va a persistir en el futuro, las interdependencias son muchas. Se requiere transparencia, respeto e igualdad política y es indispensable reaccionar con firmeza ante cualquier irregularidad.