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El Telégrafo

Wendy e Ignacio, un regalo pa’ Fidel

15 de agosto de 2011

El sábado 13 de agosto Cuba celebró dos acontecimientos simultáneos: el cumpleaños 85 de Fidel y la boda trans de Wendy e Ignacio, la primera pareja gay legítimamente casada en la isla caribeña.

Es como si la pareja le hubiese dedicado su unión al viejo comandante, como un símbolo de los cambios que la isla forja, con todas sus contradicciones, desde la tenacidad de su propia gente. Y con ello pone en escena un debate con varias preguntas, que no son necesariamente las que los propios cubanos se harían.

¿Qué pasa en Cuba para que el liderazgo de Fidel se sostenga por tanto tiempo? ¿Qué simboliza Fidel para los cubanos en  2011?  ¿Cómo es posible un matrimonio gay que no provoque la reacción “oficial” de los comandantes?
Lo único cierto es que se trata de un hecho sin precedentes en una buena parte de las democracias “liberales” de América Latina, desde donde la isla suele verse como un rezago social estancado en el siglo XX.

Wendy e Ignacio son ahora un símbolo político: la concreción de un anhelo de muchos cubanos, homosexuales o no, que ven en este acto un paso enorme para el pleno ejercicio de derechos desde una pequeña isla. Wendy cambió de sexo por decisión propia y soberana. Su operación la hizo, sin costo para ella, un hospital del sistema de salud pública cubano. La cédula con su nueva identidad la emitió el Estado. 

Las fotos han dado la vuelta al mundo a través de todas las redes sociales desde una isla que, supuestamente, está incomunicada. Paradojas de la contemporaneidad.

Quienes no miran estos dos hechos como una evidencia de que la dinámica de cada nación la establece su propia gente, siguen estancados en las dicotomías forjadas por la Cortina de Hierro del cansado siglo XX.

Cincuenta y dos años le ha tomado a la revolución cubana revolucionar sus políticas de diversidad sexual.  La realidad siempre se adelanta. Toda revolución se exige a sí misma revolucionarse para no oxidarse. La Revolución Ciudadana tiene aquí un tema para pensarse sobre lo que tiene y debe hacer cada día, no para imponerse sino para legitimarse en sintonía con la realidad ecuatoriana, mucho más compleja y diversa que la cubana, en términos culturales.

Y, por supuesto, l@s ciudadan@s de todas las tendencias sexuales, culturales y políticas estamos llamados a ejercer nuestros derechos, como Wendy e Ignacio, impulsando al Estado a ponerse en sintonía con nuestras
diversidades.

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