La sabiduría popular cuando se refiere a aquello de que las obras son amores…pretende evidenciar que el amor verdadero se expresa con acciones y no solamente con palabras, por bien intencionadas que éstas sean, así denuncia también la hipocresía. El dicho puede utilizarse, en todos los ámbitos, como una exhortación a la coherencia entre las palabras y los actos e invita a leer entrelíneas para descubrir segundas intenciones. En política, el tema cae como anillo al dedo.
Hoy la línea de tiempo está trazada y la parafernalia electoral en marcha, se avecinan ofertas, acusaciones, revelaciones y propuestas de lo más variados sabores y colores, sin duda es una estrategia para construir una narrativa que seduzca, en un tiempo récord, a moros y cristianos que en muchos casos, estarán totalmente desinformados, otros confundidos, algunos sorprendidos, pero como regla general, todos sumidos en una crisis en donde la apatía y desmovilización de la gente es tan grande, como la pobreza y los innumerables problemas sociales que nos afectan y corroen.
El deber-ser de la conexión entre la clase política y el electorado tiene una característica fundamental, decir la verdad, eso sería lo ideal y lo correcto, además de lo sensato, pero en la vida real todo es diferente, los candidatos, a saltos y brincos en su gran mayoría, echarán mano del discurso fácil y efectista, con mensajes orientados al convencimiento antes que al entendimiento.
Lo que técnicamente la ciencia política denomina “Agenda País” quedará siempre pendiente y rezagada en medio de la contienda, los temas de fondo, las acciones y soluciones no serán abordadas en forma clara, sino solo a manera de paliativos epidérmicos, en otras palabras, populismo puro y demagogia a diestra y siniestra.
Lo urgente debe ser tratado como tal y de manera prioritaria, inseguridad, reconstrucción vial, acceso a la salud y reactivación económica son los temas que exigen una intervención inmediata, todo dentro del marco de una política anticorrupción, definida, declarada y susceptible de evidenciar resultados.
Queda claro que la democracia se fortalece con cada proceso eleccionario, sin embargo, hay que decir que la esencia del sistema democrático no está en el ejercicio del votante en las urnas, sino en la libertad que tiene una sociedad, para desarrollarse individual y colectivamente bajo el imperio de la ley y el orden.
Aparecerán binomios y binomios, algunos no pasarán de ser experimentos y globos de ensayo, otros constituirán mezclas incomprensibles de personalidades, vanidades y egos. La trillada frase de que “en política todo es posible” va normalizándose en una suerte de feria sin códigos, ni valores, ni coherencia, lo cual hace que nos aprestemos a ver alianzas antinatura, a millonarios indecisos y delirantes, a mestizos disfrazados con la mirada en lontananza levitando y evocando a sus ancestros, a violentos hablando de paz y respeto, a desconocidos, noveleros y aventureros (ventajosamente la paridad de género acaba de engullir a uno).
Ciertamente, quedan un par de opciones que en conjunto arrasarían, pero al parecer las condiciones, no están dadas para la unidad, recordemos que estamos en el Ecuador, país en donde nadie cede nada, circunstancia que tristemente se repite a nivel global, los políticos han demostrado hasta el sol de hoy, incapacidad para ponerse de acuerdo, cuando del bien se trata.
Al final del camino las estadísticas y la frialdad de los números deberán imponerse, sin que haya lugar al cálculo y la proyección que, necesariamente habría que hacer para que no vuelvan los ladrones, en fin… ahí están las cartas sobre la mesa y los ecuatorianos tenemos en nuestro voto el futuro de la nación.
Preparación, manejo de crisis, lucha contra la corrupción son algunos de los requisitos, pero el más importante es la historia de vida y los antecedentes de los candidatos…no hay mejor predicador que Fray Ejemplo…