La elección de las 7 autoridades del CPCCS es de alta prioridad dentro de la agenda de temas de interés ciudadano, en virtud de que dicha institución representa la vía para que la voz de los gobernados tenga protagonismo efectivo en la toma de decisiones de los gobernantes, como se ha plenamente demostrado a partir del trabajo realizado por la administración transitoria; pero también esta designación ha pasado a ser de suma importancia para la comunidad académica, tanto por la postura de varias personas que difunden su decisión de anular su voto y el eventual efecto que esa postura produzca en los comicios, como por la iniciativa presentada por el vocal del CNE, Don Verdesoto, para debatir sobre el “voto nulo”, sobre cómo debe leerse “el voto positivo o el voto negativo” en este particular ejercicio democrático de carácter uninominal. De hecho, él estimula a los interesados en este ámbito a elevar a conocimiento del CNE las visiones que se tenga al respecto.
Por lo que, me permito elevar al CNE esta consideración: a la luz del articulado 147.3 del Código de la Democracia, la nulidad de las elecciones se declarará cuando “(…) los votos nulos superen a los votos de la totalidad de candidatas o candidatos, (…)”; pero estimo a este caso –técnicamente–improbable en virtud de que un elector frente a tres papeletas (de hombres: hasta 3; de mujeres: hasta 3; y de pueblos y nacionalidades, y del exterior: hasta 1), al hacer uso de su derecho al voto, puede sufragar de manera válida (hasta 7 votos, de igual valor cada uno), o en blanco (papeleta(s) no usada(s)) o “nulo” (papeleta(s) que simbolice(n) tal voluntad).
De ahí que, el “voto nulo” debe leerse como la decisión de quien está habilitado para elegir, de desperdiciar “el voto”, dado que el “voto nulo” es excluido del escrutinio de votos válidos, a más de equivaler a una tendencia antidemocrática, como lo asegura Mollie Cohen (2018) en su evaluación del “voto nulo” (o inválido) en América Latina. (O)