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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

Voto duro y el futuro

06 de diciembre de 2020

El voto duro es el de lealtad absoluta e incondicional por un candidato, por un partido político o por la persona que el ídolo indique.  El voto duro es totalmente irreflexivo y está determinado por una convicción a toda prueba, por la íntima certeza de que el líder o ídolo que lo dispone, no se equivoca.  Los votantes que ejercen el voto duro no son permeables a argumentos, a razones, a pruebas, a evidencias, a contrastaciones.  El actor del voto duro ha desarrollado una fascinación por su partido, por su ídolo o por quien lo representa que no importaría si acaso el personaje de su idolatría fuese hallado in fraganti en el cometimiento de un delito.  Si así ocurriese, encontraría una justificación que va desde lo pueril a lo ficcional con tal de no aceptar la culpa de su líder. 

El voto duro es más fuerte cuando a quien se busca favorecer es un individuo locuaz y carismático que ejerció el poder y que asumió posiciones radicales confrontando a lo que él llamó poderes fácticos, prensa corrupta y cualquier grupo opositor.  Los líderes de comportamiento mesiánico, los  que se creen imprescindibles, los que señalan su trascendencia para el retorno de la grandeza nacional, los que han desarrollado sistemas elaborados de culto a la personalidad, los que encarnan el populismo sistémico, de derecha o izquierda, suelen ser los beneficiarios del llamado voto duro.

En los Estados Unidos acabamos de ver la expresión del voto duro, un 47%, a favor de  Donald Trump.  Presidente que gestionó el culto a la personalidad, egomaníaco, locuaz y carismático, generador de enemigos ficticios, insultador a la prensa, propalador de rumores conspirativos como el de “la izquierda radical” del partido Demócrata, o de calumnias infundadas como la del “masivo fraude electoral”.

En  Ecuador el voto duro corresponde a quien ejerció el poder buscando aniquilar a la prensa independiente y persiguiendo a opositores.  A quien desarrolló el el culto a la personalidad, a quien señalaba que “la Patria ya es de todos”, al que polarizó el país entre “pelucones” y pueblo digno, el que se autocalifica como perseguido político tras su sentencia por cohecho en todas las instancias y el pronunciamiento de 10 jueces.

Él, Rafael Correa, tiene un voto duro de alrededor de 20% que procura endosar a Andrés Arauz; por contraste, él, Rafael Correa, tiene el repudio de cerca del 40%.   En febrero 2021 veremos si este análisis es acertado.  Si  lo es, el Ecuador sobrevivirá, con dificultades.  Si no lo es, sucumbiremos como Venezuela.

 

 

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