Para Diamond & Morlino (2004) definir a una democracia como "buena" o "mejor" implica saber qué es la democracia y para ello se requieren algunos elementos como: 1) sufragio universal; 2) elecciones periódicas, libres, competitivas y justas; 3) más de un partido político serio; y 4) fuentes alternativas de información. Existe otro elemento imperativo, su calidad, la cual brinda a la ciudadanía: libertad, igualdad política y control sobre las políticas públicas, entre otros. El Democracy Index publicado por The Economist (2021) es un informe completo y detallado donde se analizan 167 países tomando como referencia 60 indicadores, para lo cual se les asigna una calificación entre 0 a 10, estableciendo el criterio por el cual aquellos que más se aproximan a 0 son democracias plenas (Noruega en el lugar 1) y mientras más se alejan pueden versar entre democracia defectuosa (Ecuador en el puesto 69), regímenes híbridos (Bolivia en el puesto 94) y regímenes autoritarios (Corea del Norte en el lugar 167).
En más de una ocasión se ha evidenciado que las elecciones no siempre conducen a un progreso democrático y esto se vuelve a repetir con Nicaragua, país que tendrá votaciones este próximo 7 de noviembre en medio de muchas dudas y ninguna garantía. Para el Democracy Index, Nicaragua es un régimen autoritario ubicado en la posición 120, considerando los múltiples indicadores para el efecto. Daniel Ortega quien ha gobernado Nicaragua desde 2007, busca su cuarto mandato consecutivo luego de modificar las leyes que le impedían perpetuarse. La constante para los comicios de este domingo es la detención de 7 opositores aspirantes a la presidencia, la inexistencia de partidos de oposición, el deterioro de los derechos políticos, persecución a la prensa y la falta de condiciones democráticas mínimas. Todos los partidos políticos que compiten son aliados del Frente Sandinista, por lo que no habrá elecciones, sino votaciones para buscar legitimar a Ortega en el poder. Unas votaciones desarrolladas en este escenario son simplemente ilegítimas.
Ortega dirige una dictadura con un proyecto dinástico de represión y delirio. Verdugo incluso de sus otrora compañeros, ha forjado un proceso electoral artificioso e ilegítimo cuyo resultado solo se sostendrá con autoritarismo y represión. Como bien lo dijo el literato Sergio Ramírez, "los Somoza ayer, los Ortega hoy".