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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

Volvernos luz

04 de enero de 2021

Prácticamente hemos empezado un nuevo año. Sí, el 2021. Considero que tan solo el mencionar aquel año que para la mayoría de la raza humana fue devastador sería mala idea, dado que nos generaría dolor y, de paso, no nos permitiría avanzar.

De nuevo: hoy estamos en un nuevo momento de la historia. En general, sucede cada 365 días, a partir que finaliza el 31 de enero (a excepción de los años bisiestos). De ahí que, estoy convencido que ante “el ahora” que estamos viviendo está en nuestras manos poder mitigar -lo humanamente posible- que el pasado resucite. ¿De qué forma podemos “ponernos pilas”? Aunque estimo que la pregunta a reflexionar sería ¿Cómo volvernos luz desde adentro?

Recuerdo que en algún momento de mi vida tuve la dicha de compartir con una comunidad de creyentes; en ese lapso, escuché varias homilías del sacerdote que celebraba el rito eucarístico en ese bello lugar. Una de las primeras reflexiones que nos proponía aquel sacerdote fue: ¿Qué propósitos nos hemos fijado este nuevo año?, y añadió: ¿Cuál fue el plan del año anterior que se quedó “a medio camino”? Varios días después, en otra homilía, preguntó: ¿Seguimos siendo las mismas personas de los años anteriores, que somos muy buenos para fijarnos objetivos, pero transcurre el tiempo y todo se queda en “buenas intenciones”? En el almuerzo nos dijo: “Si no hay un cambio auténtico desde nuestro corazón, hacia afuera, tomándose la vida en serio, va ocurrir lo que decía la santa Marianita de Jesús: la destrucción de la sociedad”.

Reflexionando y adaptando en esas palabras, creo que el 2021 es un año que particularmente he sentido de “buenas vibras”, de mayor esperanza y de distinta sintonía que el año anterior (y lo percibo así aún cuando en lo personal estoy librando varias dificultades mayormente agravadas por los efectos de la bendita pandemia). Creo que coincidirán conmigo en eso. Sin embargo, hay que hacer más: el giro en positivo del corazón debe ser real, no fingido, para entonces poner la casa en orden con la divinidad, amar y extender la mano amiga al prójimo caído, y poner todas las fuerzas y empeño en cristalizar los objetivos que nos propongamos. Podemos volvernos luz, para alumbrar, pero también para convertirnos en mejores seres humanos, cumpliendo con nosotros mismos y con la sociedad. Así evitamos la destrucción del país por los malos gobiernos del corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

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