Escuchamos en estos días de pandemia canciones alentadoras desde Volveremos a brindar, de Lucía Gil: “Días tristes / nos cuesta estar muy solos / buscamos mil maneras de vencer la estupidez”; pasando por Resistiré, hasta Sobreviviendo, de Víctor Heredia; o Como la cigarra, de María Elena Walsh: “Tantas veces me mataron / tantas veces me morí / sin embargo estoy aquí resucitando”.
En muchos lugares del mundo hay estas iniciativas y por esto ojalá desde el Ministerio de Cultura y los municipios promuevan a los cantantes para que animen al país (online), además de sitios tan golpeados como Guayas.
Estos temas han sido múltiples a través de la historia, a veces vinculados a la guerra. Así, Cantos de los sirgadores del Volga, recopilado en 1866 por Mili Balákirev, es una salima marina para motivar el esfuerzo, pero que también develó el arduo trabajo de los tiradores de barcazas durante el Imperio Ruso de los zares. Manuel de Falla hizo una versión y lo recopilado fue para los presos rusos de la Primera Guerra Mundial.
Está el tema Kalinka (diminutivo de una baya) compuesta por el folklorista Iván Petróvich Lariónov en 1860; además, como no podría ser de otra manera, de la afamada Katiusha, interpretado por la carismática niña Valeria Kurnushkina. El tema es de los tiempos de la Segunda Guerra y relata la añoranza de una chica por su amado que estaba en servicio militar. Su mayor intérprete fue Lidiya Ruslánova, quien incluso cantó en las escalinatas del Reichstag durante la Batalla de Berlín. Claro que en la época stalinista la confinaron en un gulag del que salió recién en 1953.
Está Imagine, de John Lennon, que promueve el pacifismo: “Imagina que no hay países. / No es difícil hacerlo, / nada por lo cual matar o morir / y tampoco ninguna religión. / Imagina a toda la gente / viviendo la vida en paz”. Irónicamente, Lennon fue asesinado con cinco balazos por el demente Mark Chapman. Heráclito lo dijo hace 2.560 años: “El sol es nuevo cada día”. (O)