Los estudiantes de la Sierra y la Amazonia este 1 de septiembre, volverán a ver las caras de sus compañeros luego de más de un año de no haber interactuado con ellos de manera presencial. Se estima que 112.269 estudiantes pertenecientes 1533 instituciones educativas, regresarán a clases en las modalidades presencial y semi presencial.
Resulta oportuno conocer que el confinamiento, como medida sanitaria de control de la pandemia ya se dio en 1937 en Estados Unidos. En aquel entonces, mediante una campaña educativa de radio, los estudiantes fueron confinados en sus hogares para recibir clases a distancia, y, de esa manera contrarrestar la propagación de la poliomielitis. Este dato debe servir para que aquellos cultores de teorías conspiracionistas se convenzan de que no existió ni existe una mente supramundana que quiera apoderarse de nuestras conciencias o del mundo. Seguimos, en la medida de las posibilidades, gozando de nuestro libre albedrío.
Para el caso de la poliomielitis, pasaron 40 años para lograr que la erradicación de este mal alcance el 99%. Es decir, el regreso a clases presenciales es parte de esta estrategia de superación paulatina de la pandemia del siglo XXI.
Ahora bien ¿Cuán preparados estamos en la adecuación de los centros educativos y de todas las medidas para una práctica pedagógica que garantice el no contagio?
Conversando con algunos amigos docentes de nivel primario y secundario, me han manifestado sus preocupaciones.
Se dice que el ministerio de Educación no ha establecido de manera clara los protocolos y medidas de adaptación pedagógica para el retorno a clases.
Es claro y evidente que la práctica en los centros fiscales sufre de mayores carencias. Por ejemplo, muchos colegios no cuentan, por fata de presupuesto, del personal adecuado para la limpieza y sanitización. Esto pone en serio riesgo la salud de los docentes y estudiantes.
Los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE) no están capacitados para tratar todas las problemáticas que aparecieron con el confinamiento en los hogares y que requieren el apoyo de psicólogos clínicos y no solo de profesionales de la psicología educativa.
Se requiere de directrices claras desde el ministerio que supere la buena voluntad de los directivos y que exima de la responsabilidad en temas como: tiempos recomendados de recreo; tolerancia con las inasistencias a clases presenciales; manejo de refuerzos escolares; flexibilidad en el manejo de las mallas curriculares; obligatoriedad o no de las vacunas para los adolescentes habilitados para recibir las dosis requeridas y así como estas, otras preocupaciones.
Por otra parte, se evidencia en ciertos momentos contradicciones entre el COE Nacional y el ministerio de Educación.
En todo caso, la mayoría de los estudiantes están felices de regresar a la normalidad, aunque con cierta anormalidad…