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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Vivir en la plácida mitad del mundo

03 de junio de 2023

Mi querida Wendy:

No lo creerías. Yo que soy ciudadana de este país tampoco lo creo.  Cada día sucede algo que nos deja atónitos. Normalmente no te cuento todo lo que vivo porque me siento incómoda mostrándote mi realidad. Pero tengo que decirte ahora que creo que mi país ha caído en una espiral descendente. Semanas atrás, el Presidente del Ecuador consideró que había una “grave conmoción interna” debido a la actitud desestabilizadora del legislativo. Y acto seguido, disolvió la Asamblea.

Te contaré primero algunas situaciones cotidianas. Actualmente, mi vehículo presenta un problema en las cerraduras. El baúl trasero y la puerta del conductor no se abren debido a un desgaste porque las han tratado de forzar. Por otro lado, la avenida por la que circulo diariamente ha sido inutilizada porque la están pavimentando. Ya dura tres meses esta obra. En la zona de embotellamiento es enorme. Todos los días escucho desde mi ventana los pitos enfurecidos de buses y vehículos que circulan en un tráfico caótico mientras de rato en rato me estremezco a causa de las máquinas que taladran la avenida.

Y así está todo el país. Estremecido por una realidad inédita. Parece que con el llamado a elecciones, las organizaciones indígenas por ahora no “calentarán las calles” (así se acostumbra ahora llamar a las manifestaciones violentas). El líder de la más grande organización, que depuso su candidatura a la presidencia, fue quien las instigaba. Ahora amenaza a los miembros de su partido para imponer a su lugarteniente, quien a su vez hace poco amenazaba a los legisladores de su partido para que no se salgan de la línea, so pena de castigarlos a la manera ancestral, es decir con baño en agua helada, ramalazos de ortiga (stinging nettle) o latigazos con cabestro de cuero. 

Los ciudadanos nos sentimos también castigados cada vez y cuando por las violentas protestas de los indígenas, que suelen mantenernos encerrados a cal y canto por semanas enteras. Así nos ha sucedido en el 2019 y el 2022. La intransigencia indígena resulta además en quema llantas y edificios, en destrucción de infraestructura urbana y petrolera, en desperdicio de productos agrícolas, derrame de leche, millones de flores de exportación que se marchitan, escasez en las ciudades de legumbres y hortalizas que se botan a las acequias. Paralización total. No hay libre tránsito. Ni siquiera pueden circular las ambulancias.

Los ecuatorianos estamos respirando tranquilos por un par de días con la tregua electoral, pero ahora sabemos que los partidos más recalcitrantes pondrán de candidatos a los mismos representantes que tenían ya un rechazo total de la población. No se entiende. Aquellos que hicieron que las sesiones se volvieran un guirigay. Los que cobraban diezmos a su equipo de trabajo, se fotografiaban con miembros de las mafias, la dueña de moteles, la que destila odio o el que fue llevado a la cárcel por violación. Un festín de gente que con las justas sabe leer y escribir, llena de odio y de falta de respeto por la honra ajena. Ya todos ellos a están en sus casas. Pero la cámara a la que ellos pertenecieron no legisló y causó en su lugar un escándalo tras otro. Fue una triste y lamentable caricatura de la democracia. Ser espectadores de su actuación ha sido doloroso, una muestra de cómo la política puede descarrilarse y perder su propósito original de servir al pueblo. Nuestra esperanza radica en que no sean electos los ex legisladores para evitarnos un espectáculo tan innoble.

Los que vivimos en el país de la línea imaginaria somos agudamente conscientes de que hacemos equilibrio sobre ella. El ambiente en que vivimos, amiga querida, nos hace pensar en que somos actores de un guión que desconocemos, nos resulta muy difícil incidir sobre la realidad; pero estamos acostumbrados a atravesar situaciones en constante cambio aunque no nos es posible planificar el futuro. Por ahora, debemos aguzar nuestro sentido de la estrategia, de la cohesión, de la unidad y requerimos de mucha adaptabilidad y suerte. Lo hemos hecho muchas veces antes. Hemos dominado la habilidad de cruzar la cuerda floja. ¿Qué crees tú mi querida Wendy? ¿Prosperaremos o perderemos nuestro balance sobre la línea? 

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