Con la frase “Vivamos la fiesta en paz” se ha desarrollado una serie de actividades culturales en los festejos de diciembre en Quito. Se trata de un nuevo enfoque sin el desenfrenado consumo de alcohol que caracterizó al inicio de las mismas hace muchos años (cuando se promocionaba una marca de licor).
Ha sido un gran ejemplo disfrutar de una enorme cantidad de actos colectivos sin la venta de licor, sin el ingreso del mismo en los bolsillos y manos de los asistentes, sin la violencia de los gritos y las peleas, sin tanto accidente de tránsito, sin las incontables emergencias hospitalarias por el exceso de su consumo.
En Quito, como en Cuenca en las suyas, se han sumado las iniciativas y los esfuerzos de personas e instituciones para proponer y actuar en torno al problema de salud pública que es el alcoholismo. Hay innumerables líneas de trabajo para que disminuya su consumo social, particularmente entre los adolescentes, y sobre todo en los fines de semana y las fiestas. Si a este esfuerzo se sumaran Guayaquil y las otras ciudades, se establecería una nueva línea de conducta cultural nacional, más sana, más saludable, más amigable, más pacífica.
La fiesta de las celebraciones cívicas o deportivas puede perfectamente caracterizarse por la solidaridad y el afecto sin el exceso del alcohol que deja a los sufridores, por la falta de su control, dormidos en las calles o en las cárceles o en los hospitales. Vivamos la fiesta en paz. Felicitemos a los autores de la iniciativa y a quienes mantienen dicho compromiso de trabajo estimulante.
Que ojalá logremos que, además de vivir en paz la fiesta, vivamos también cotidianamente en paz sin el consumo abusivo de diversos estimulantes que afectan la salud y la vida. Continuemos promocionando la salud en el sentido de una nueva cultura que se despoje de hábitos nocivos, que aprendamos sobre lo que significa convivir en paz, y que actuemos, todos, en torno a estos nuevos ideales.
Es tarea común, pero indudablemente es también responsabilidad de las autoridades para que se ponga a disposición otras formas de disfrute, de expresiones culturales musicales, pictóricas, literarias, cinematográficas. Fiesta que permita ir con la familia a compartir con los vecinos, los amigos, los visitantes, sin otras preocupaciones. Vivir la fiesta en paz, sin el alcohol y sus excesos, perfila una nueva cultura de vida, una cultura de paz y salud.