Gracias a las gestiones de la actual representante diplomática de Ecuador en Washington DC, el Estado ecuatoriano se hizo presente en la Casa Blanca, lugar donde reside el presidente estadounidense Donald Trump.
Pero no solo fue una visita protocolaria en el Salón Oval de dicho lugar. A decir de varias autoridades gubernamentales, como el secretario de gabinete de Gobierno, el licenciado Roldán (parafraseando): se logró alcanzar todas las expectativas fijadas (ciertamente, ya que se lograron cuatro acuerdos, todos importantes), y la percepción del presidente Trump sobre la nación ecuatoriana es de “reputación y de progreso”.
Al respecto de esa cita textual, la reportera Andrea Samaniego, de Teleamazonas, informó aquella tarde del 12 de febrero, a través de su cuenta Twitter, que en el momento del arribo del presidente Moreno a la entrada principal de la Casa Blanca, y siendo recibido por el presidente Trump, este último dijo, de su homólogo ecuatoriano (en inglés): “Great reputation”. Es evidente que el concepto que el líder de Estados Unidos tiene sobre Ecuador ha sido producto de la gestión política ecuatoriana administrada por el Ejecutivo (el giro positivo en las relaciones diplomáticas; el acercamiento con quienes debemos pro sociedad; o, como dijo el reciente árbitro en la Corte Permanente de Arbitraje, el Dr. Carlos Estarellas Velásquez, en entrevista a Bajo la Lupa: Hemos vuelto a votar coherentemente en el exterior).
Sería ingrato cerrar esta entrega si no invitara a todos a levantarnos, ponernos de pie y aplaudir con sentimiento a la señora Ivonne Baki. Gracias a ella (al margen de cómo haya logrado el acercamiento entre ambas naciones), nuestro principal socio comercial nos ha ofrecido -él, tomando la iniciativa- ir a un acuerdo comercial. Como dirían mis amigos del fútbol: “El resultado está en la cancha: en Ecuador”, ahora. (O)