El 4 de mayo se inicia el proceso de retorno a la actividad laboral en aquellas áreas consideradas no esenciales. Las esenciales, como salud, seguridad, servicios públicos y provisión de alimentos y medicina nunca se interrumpieron.
La decisión es arriesgada pero inevitable. El período de aislamiento logró, con dos excepciones, reducir la velocidad de incremento en la cifra de infectados y de fallecidos. En este lapso hubo dos picos descomunales: el 10 y el 24 de abril con 2.196 y 11.536 de nuevos casos respectivamente. Aunque en ambos picos la explicación estuvo en que los resultados represados de pruebas diagnósticas fueron conocidos, la repentina duplicación en el número de casos registrados causó malestar y desconcierto.
Pese a que debió ser obvio para el Ministerio de Salud Pública que esto pasaría, fue un error de bulto el no haberlo anunciado reiteradamente para que, justamente, no haya una sensación de zozobra y de suspicacia de que faltaba transparencia en los datos. El amarillismo de cierta prensa extranjera generó una pobrísima imagen internacional de nuestro país, cuando, en mi opinión, en el gran esquema de cosas, el Ecuador ha enfrentado la crisis con acierto. Especialmente destacable ha sido todo el esfuerzo implementado por sostener un confinamiento en el que la fuerza pública ha jugado un papel especialmente destacado. Una tarea que va más allá de toda ponderación ha sido la labor incansable, empática y sacrificada del cuerpo de profesionales y trabajadores de la salud quienes, cumpliendo su sagrada misión han dejado, literalmente, la vida, por el servicio consagrado a la humanidad.
En medio de la tragedia y, contrastando con estas manifestaciones de virtud, hemos visto también las expresiones más ruines de la condición humana, la de aquellos que han buscado destruir y descarrilar los esfuerzos; los que urdiendo desde afuera y activando a sus células nacionales, han buscado destrozar la democracia a través de incitación a la violencia, recurriendo a la calumnia y a la fragua perversa de noticias falsas.
El 4 de mayo volveremos, con temor, ansiedad y preocupación; también con optimismo. Imbuidos de solidaridad, humanismo, generosidad y mucho trabajo, saldremos adelante. (O)