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El Telégrafo
Juan Francisco Román

Viralizar el honor

20 de julio de 2021

Esta semana, con toda la desfachatez, una asambleísta electa salió a decir con la seguridad que solo la certeza te puede dar que le ha dicho a sus “compañeros”, “roben bien, justifiquen bien, no se dejen ver las cosas”.

Dejemos de hablar entre dientes, lo que dijo la asambleísta destapa una vez más lo que todos ya conocemos, existen maniobras jurídicas dentro de las instituciones públicas donde se roba, y lamentablemente, se roba bien.

Vayamos a la contratación pública que es donde el dinero público fluye. En estos procesos se ven escondidas una cantidad de artimañas jurídicas que estropean a los principios de certeza y buen manejo de los fondos públicos, beneficiando, en muchos casos a los privados. Pero ¿Por qué esto es algo tan importante?

Creo que no vemos el fondo del asunto, la confianza, un bien intangible tan preciado que coloca a la definición de empresario y servidor público en entredicho y eso, queridos lectores, es un daño tan profundo que no nos permite avanzar.

La empresa es un vehículo económico legitimo creado por el derecho mercantil y civil para organizar intereses privados, para la consecución de ganancias y fomentar el crecimiento económico de quienes forman parte de esta figura, pues sí, la empresa está hecha para hacer dinero, de eso vive, así se categoriza y así funciona. ¿Es un pecado hacer dinero? No, no es un pecado hacer dinero, siempre que se cumplan las reglas que la sociedad impone: pagar impuestos, respetar los acuerdos laborales, contratar legítimamente, crecer de manera ordenada.

Por otro lado, el servidor público es una persona que, elige de manera voluntaria y decidida, aplicar sus conocimientos técnicos y personales para servir a la sociedad en una institución del mismo carácter. Y sí, hay muchos, miles de servidores públicos que han entregado su vida, su conocimiento y su dedicación profesional al servicio del país.

Ahora, una persona que crea una empresa para simular ser un proveedor del Estado con el fin de engañar al Estado y cobrar coimas con facturas de un trabajo que no se hace, no es un empresario, es un ladrón.

También, cuando una persona acuerda entrar a la función pública para usar sus competencias entregadas por el Estado a un fin ilegítimo y hacerse de fondos públicos, no es un servidor público, es un corrupto.

Entonces, confundir a un empresario y un servidor público con un ladrón y un corrupto, es un error sistemático que nos lleva a frases como “empresario ladrón” y “servidor público corrupto”, y así vamos por la vida vociferando los unos con los otros, entonces, cuando nos encontramos en un trámite tenemos a un servidor público y un empresario saludándose con una mano y manteniendo una navaja en la otra, por qué dos pelafustanes nos confundieron y ahora no confiamos los unos en los otros.

Basta y sobra con analizar de manera liviana el caso de arroz verde, donde unas empresas constructoras se sorteaban mega proyectos y algunos servidores públicos se lucraban de este sorteo creando empresas y generando facturas ilegitimas para, como dijo la asambleísta, robar bien.

Ustedes me dirán, entre dientes, pero Juan: - “así mismo es el sistema, si no hago eso, no como”-, si querido amigo, es que robar es la regla general y si no lo haces, no eres “vivo”, ya vamos cambiando esto por favor. Y hago un llamado a las autoridades para que protejan a quién denuncia, es una locura que se pidan datos de contacto y se publiquen en las investigaciones quién denunció. ¿Quién en sus cinco sentidos denunciaría a su propio jefe o a un poder económico enorme? Nadie, obvio, como pasa ahora.

Dejemos de rasgarnos las vestiduras, lo que dijo la asambleísta es algo real, existen muchos badulaques por ahí que buscan crear empresas para robar, y otros tantos, que buscan disfrazarse de servidores públicos para corromper, y a eso, mis queridos amigos es lo que le llaman robar bien.

Entonces, como práctica de esta semana, si usted conoce a uno de estos personajes, no vaya a sus fiestas, no coma de sus banquetes, no compre sus productos, no lo felicite por sus actos vandálicos, a la final, todos esos lujos son pagados con el sudor de su propia frente de manera ilegitima.

Seguiré escribiendo en contra de estas prácticas que son obvias, están a vista y paciencia de todos, pero al parecer, seguimos siendo sordos, mudos y ciegos.

Caminar con la frente en alto, dormir con la consciencia tranquila y demostrar a nuestros hijos que somos honestos, paga más que acostarse en una cama de seda con la certeza de ser un ladrón.

Y no señora asambleísta, no le diga a nadie que hay que robar bien, eso es algo que una representante del pueblo no debe decir, no incite a la corrupción, no hay forma correcta de robar, usted se equivocó, usted no debe ser asambleísta, a usted no le corresponde fungir de autoridad, no lo merece, no es justo.

Honor en lo que hacemos amigos, nada más que eso.

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