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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

Violencia: el virus

23 de abril de 2018

Escribo estas líneas con un desgarro en el alma, tanto por los recientes hechos que han arrasado cruelmente con aquellas almas ciudadanas de Ecuador, así como aquellos otros sucesos que, de manera paulatina, van en detrimento de la especie humana, y consecuentemente del mundo entero: presbíteros católicos asesinados o las vidas que se han perdido en lo que va del conflicto sirio, por citar.

Una pregunta salta en mi mente: qué nos ha ocurrido como habitantes del planeta Tierra, en cerca de 2000 años. Y, profundizo: en qué momento nos dejamos seducir por el virus de la violencia. Me contesto: somos corresponsables. Inmediatamente sentí en mi interior un fuerte deseo de recurrir a la literatura a buscar respuestas (aunque parte de mi itinerario diario está comprometido con textos de índole económico, político y empresarial). Recordé una de las obras que había leído tiempo atrás: Homo Deus, de Yuval Noah Harari.

Harari abre su visión del mañana de la humanidad, con un apartado introductorio: “La nueva agenda humana”, en donde uno de los elementos que gravitan como preocupación de todo ser humano está en la violencia; en la guerra. Este elemento, a decir del autor, ya no es inmanejable en pleno siglo XXI. Aunque enfatiza que la violencia es un nudo crítico enorme preocupación, pero, de manera esperanzadora, afirma que estaría en función de la propia conducta humana: “Está en nuestras manos hacer que las cosas mejoren, y reducir aún más la incidencia del sufrimiento” (pág. 30).

¿Somos corresponsables? Desde luego que sí. Justificando con rigor, como ejemplo: consumimos piezas audiovisuales que muchas veces generan en nosotros más emociones tóxicas que insumos propios de valores y virtudes; el arma del conflicto está más en el “ojo por ojo” que en el diálogo y consenso.

Podemos ponerles salomónico desenlace a los actos de violencia, producto del odio. Cómo. “Hablando el mismo idioma”: actuando en paz y concordia, en todo espacio y de modo permanente. (O) 

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