Pocas horas después de haber empezado el “Black Friday” 2021, en Ecuador, ya circulaban en redes imágenes que mostraban a locales comerciales repletos de compradores populares, quienes creyeron que gastando más, ahorrarían. El colmo de la irracionalidad. La cultura del consumismo y la desmesura, ya es una enfermedad de todos.
Aquel día, mientras los unos y los otros asistían al ritual del mercado, algo dramático y revelador ocurría en la Asamblea Nacional del Ecuador: se aprobaba solapadamente la “Ley orgánica para el desarrollo económico y sostenibilidad fiscal tras la pandemia covid-19”. Al no ser aprobada la moción para el archivo de la ley, entró en vigencia. Se esperaba que el bloque de UNES lo evitara, pero no lo hizo. Actores políticos, incluso algunos antiguos seguidores de UNES, afirmaron que se cuajó un pacto entre la derecha y la supuesta izquierda.
Más allá del “pacto” entre corporaciones (es difícil hablar ahora de partidos o movimientos políticos), queda claro que en esencia la ley protegerá a los más pudientes y bajará el salario de la clase media con trabajo formal, sustrayendo por medio de impuestos parte de sus ingresos, para cubrir el déficit fiscal, causado por el desbalance en la balanza de pagos. Dicho de otro modo, la ley es para pagar la deuda externa, que pasó de 10.000 millones en 2009, a 63.000 millones en 2021. En los argumentos introductorios de la ley, se dice: “No hay deuda que no se pague, y hoy nos toca asumir la cuenta de esos 14 años de despilfarro”.
La ley agalluda toca todos los circuitos: beneficia a los empresarios deudores del fisco; a los importadores a efectos de que agarren la porción que se llevan los contrabandistas y a las empresas que venden internet y telecomunicaciones. La cereza del pastel es la moralización de algún capital ilegítimo y el blanqueamiento de capitales ilícitos. Como Dios no perdona la usura desmedida, han querido perdonarse en la tierra, creando una tierna contribución única: “Art. 15.-Régimen impositivo voluntario, único y temporal para regularización de los activos en el exterior”. Más claro no canta un gallo.
En el mundo de la economía capitalista no hay factura grande que no se pague, porque es un sistema contradictorio. Saldrán adelante los que trabajan con su energía humana. Se hundirán los que rezan especulando, ganando dinero ilícito y consumiendo en desmesura.
¡Viernes negro¡