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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Vientos de guerra en el Pacífico

02 de marzo de 2017

Las condiciones para una guerra mundial, cuyo escenario podría ser el Pacífico, parecen madurar debido a las tensiones entre los grandes bloques geoeconómicos, el incremento de la pobreza y el desempleo, que golpea a unos 200 millones de personas en el mundo. La crisis estructural del sistema capitalista no solo enfrenta a los desempleados contra quienes concentran la riqueza y los medios de producción, sino también a los propios poderosos. Tres modelos de acumulación aparecen contrapuestos: el especulativo desarticulado del trabajo, cuyo referente es Wall Street; el industrial expansivo, basado en el comercio globalizado, cuyo portaestandarte es China, y la variante que apuesta por sistemas cerrados, camino que anuncia Estados Unidos.

La mayor tensión gira entre Estados Unidos y China, bloques económicos de envergadura que se miran cara a cara en el eje del océano Pacífico. China apuesta por un modelo de Estado fuerte que conduce el desarrollo basado en mano de obra barata y crecimiento industrial. Del otro lado, Estados Unidos reacciona ante una decadencia económica, debido a un sobreendeudamiento y la crisis de su industria nacional. Hace poco Donald Trump dijo que China había “robado” los empleos de EE.UU., al mismo tiempo que se recordaba el interés por el control del mar meridional en el Pacífico, donde se encuentra Taiwán.

La tensión entre los gigantes se expresa en movimientos geopolíticos que antes eran impensables. Por una parte, EE.UU. se acerca a Rusia, promueve la separación de Inglaterra de la Unión Europea, y a la vez se distancia de su histórico aliado, Europa. Recientes declaraciones de Trump anuncian la intención de volver a la carrera armamentista y expandir el arsenal nuclear de Estados Unidos, para que el imperio se localice nuevamente a la “cabeza de la manada” (El Telégrafo. 25 de febrero de 2017). Por otra parte, anunció su disgusto con Corea del Norte y dijo que apoyará la capacidad de Japón y Corea del Sur para que sirvan de escudo frente a posibles ataques a Estados Unidos. Más allá de conflictos políticos localizados, América Latina ha mantenido su condición de región de paz, pero la tensión mundial presionará a la región, cuyos gobiernos de derecha están dando pasos hacia una participación en el posible conflicto.

En diciembre de 2016, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció que formarían parte de un acuerdo de cooperación militar con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que coaliga a Europa, ahora distante de EE.UU desde el ascenso al poder de Trump. Venezuela advirtió por entonces que Colombia estaba desconociendo los acuerdos realizados para mantener a la América Latina como Zona de Paz. Cuando hay guerras no solo se produce una medición de fuerzas militares y se amenaza a toda la humanidad con el uso de armas nucleares, sino que se incentiva la demanda de fuerza juvenil, y materias primas, y por otra parte se disputa el control de los puertos. De esa manera los factores económicos terminan a veces por doblegar la ética de gobiernos y gobernantes, quienes favorecen a los intereses de uno u otro grupo de poder en conflicto.

Ecuador está ubicado en un lugar estratégico y los intereses geopolíticos de las potencias siempre han mirado con especial interés al área de Manta y a las Galápagos, imanes que podrían implicar a nuestro país, con la complicidad de los grupos de derecha, que ya demostraron que son capaces de entregar al imperio parte de nuestro territorio para fines de guerra, cuando facilitaron la instalación de la base militar de Manta, sacada por el Gobierno de Rafael Correa, en el año 2009. Por ello es importante que se mantengan los gobiernos progresistas en nuestros países, para responder en bloque y unidos frente al riesgo de una guerra, manteniendo a América Latina como Zona de Paz. De ganar la derecha en la región, nosotros entraríamos cada vez más en la línea de fuego. (O)

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