Se anuncia, se siente, se respira. Vientos de cambio recorren el mundo. Y la humanidad observa sorprendida los claros síntomas de una transformación profunda que se aproxima, comprometiendo a la mitad del planeta.
Sucede que el tiempo del inescrupuloso capitalismo, insensible y despiadado con los débiles -que como denominador común son la mayoría en cada nación-, aparentemente llegó a su final, permitiendo que otro sistema, esta vez más equitativo y preocupado por la implantación de la justicia social en las comunidades, identifique a este tiempo y a los períodos de un futuro próximo.
Algunas de las señales de cambio se encuentran a la vista. Las naciones poderosas del orbe actualmente flaquean. Graves problemas las acosan y en medio de sus increíbles iniquidades y de sus despiadadas medidas de injusticia, las reacciones populares no les dejan respiro para la toma de decisiones, siempre caracterizadas por la más descarada insensibilidad.
¿Qué ha producido la enorme voracidad de ganancias del sector minoritario que durante siglos y por ser dueño de los medios de producción, son los que toman las más importantes decisiones, aun la caída de heroicos gobernantes progresistas, o las invasiones criminales a naciones pacíficas, o las guerras armadas por lo bajo y mantenidas de manera desvergonzada, en busca de las riquezas naturales de esos pueblos vencidos por la traición?
Ha producido como consecuencia la reacción de grandes sectores de la humanidad. Esa voracidad rapaz ha devenido en la protesta multitudinaria que surge desde diversos puntos del orbe, a los que se suman hombres y mujeres, jóvenes y viejos, unidos por la decisión común de aplastar de manera pacífica el sistema capitalista que tanto dolor y miseria ha causado a la humanidad.
¿Se trata solo de la crisis de un ciclo económico o estamos presenciando la agonía del capitalismo brutal y decadente?
Y mientras tratamos de analizar un punto tan trascendente en la vida de los pueblos de nuestro tiempo, van surgiendo nuevas y mayores manifestaciones de crecientes muchedumbres de diferentes países que se suman al movimiento de los indignados, constituidos en el pase natural a la integración del inmenso grupo multinacional y multiétnico, que representa a todos los pueblos del mundo. A aquellos indignados escogidos por la historia para despertar la conciencia de las naciones y hacerle comprender a la humanidad la necesidad de un cambio de sistema.
Con la unión de las naciones que conforman la humanidad animadas por un propósito común, ¿será superado tal vez el dominio del capitalismo en las naciones de Occidente? ¿Este es quizás el tiempo señalado para la llegada del fin de ese sistema falaz? ¿Y acaso será el socialismo del siglo XXI la fórmula social escogida para ser implantada en las comunidades del planeta?