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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Viaje de la cárcel a la presidencia

03 de noviembre de 2022

Luiz Inácio Lula da Silva a sus 77 años, fue electo por tercera vez como presidente de Brasil. Paradójicamente la cárcel le sirvió como catapulta electoral. Gracias a que su condena fue anulada más por razones de carácter técnico jurídicos a que se haya llegado a probar su inocencia, Lula se consolidó como el candidato ganador.

Al gran electorado no le interesó ni le preocupó las serias acusaciones ni su participación en 10 casos de corrupción. Fueron otras razones las que le llevaron nuevamente al poder.

La primera razón por la que Lula gana es la promoción económica que tuvieron amplios sectores a la clase media gracias a programas sociales del gobierno. Se estima que más de 30 millones de brasileños mejoraron su economía. Se estima que tres de cada cinco electores favorables a Lula, ganaban dos salarios mínimos. Esta votación fue un rechazo al crecimiento de la pobreza y al aumento de la brecha de la riqueza.

Lula en su campaña tradujo la aspiración de los brasileños en: "Vivir, comer y tener una buena vivienda". Daba por descontado el trabajo, salud, educación y salarios que se hallen por encima de la inflación.

La segunda razón del triunfo del candidato del Partido a los Trabajadores fue la unidad de movimientos de izquierda y de derecha en contra de Bolsonaro. Descubrió que Brasil necesitaba de proyectos nacionales de unidad y centristas. Prometió el diálogo de las diferentes fuerzas políticas frente a la imposición autoritaria del candidato oficial.

La muestra de la búsqueda del centro político se muestra en que, a diferencia de los movimientos latinoamericanos de izquierda respecto al rechazo de los tratados de libre comercio, Lula está dispuesto a renegociar tratados con la Unión Europea.

Pero quizás la razón que mayor peso y confianza logró en el electorado fue la construcción de alianzas. Las alianzas se conformaron con representantes de partidos de centro y derecha. Es notable, por ejemplo, la inclusión de opositores políticos tradicionales del centro y centroderecha. Esta alianza incluyó a partidos opositores históricos como es el caso del Partido Socialdemócrata de Brasil. De sus filas salió su vicepresidente, el exgobernador de São Paulo Geraldo Alckmin. Esta selección fue una muestra de su moderación

En su viaje de la cárcel a la presidencia Lula debe haber reflexionado que era necesario considerar todos estos elementos para conquistar nuevamente el poder.

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