El verdadero enemigo es aquel que no tiene idea de los beneficios de una industria regulada, pero que igual se queja. Ese cómplice, directo o indirecto, que prefiere la extracción ilícita de minerales, sin ninguna regulación ni restricción; y, que con su pasividad, omisión u acción deliberada abre espacios a la informalidad y que con ello busca limitar la realización de actividades ordenadas que cumplen con la regulación local. Esas que observan e implementan principios y estándares internacionales, dinamizan la economía local, se preocupan por el ambiente, reportan sus operaciones e incorporan prácticas sustentables que nos benefician a todos.
Como cualquier otra actividad extractiva, la minería ha estado siempre en el “ojo del huracán”. Por un lado, existen pseudoactivistas, demagogos y políticos en busca de protagonismo que “ferozmente” atacan a este sector, justificando su interés por el cuidado de la naturaleza, pero ¿qué han hecho ellos por cuidar la naturaleza? Por otro lado, tenemos la realidad tangible que es la dinámica mundial y la transición de combustibles fósiles a energías limpias. Las nuevas tecnologías y fuentes de energía renovable requieren, en su implementación, metales para construir paneles solares, turbinas eólicas, baterías de litio, etc. Además de esto, en términos económicos, en el Ecuador, la minería se ha convertido en uno de los rubros más importantes de inversión extranjera directa en los últimos años.
Por lo anterior, es ingenuo pensar que nadie evidenció más de 100 retroexcadoras realizando extracción ilícita de minerales y devastando los ríos y sus alrededores en la zona de Yutzupino. Una operación de esa magnitud no se realiza de la noche a la mañana pues requiere financiamiento, logística, transporte y un buen grado de “complicidad”. Lo más curioso es que toda esa maquinaria operaba a “a control remoto” pues a la fecha no hay responsables. Sin perjuicio de ello, ¿cuál es el plan para remediar el impacto ambiental en Yutzupino, Buenos Aires, Zaruma y en todas aquellas zonas devastadas por la extracción ilícita de minerales? Un operativo en contra de una actividad de extracción ilícita de minerales no acaba con una foto, pues hay todo un problema aún más grande que es la remediación del impacto ambiental que generaron dichas actividades.
Sin duda, se requiere más control, conciencia social y entendimiento sobre una actividad muchas veces criticada, pero que genera innumerables beneficios. La capacidad del Estado de asociarse con compañías serias, que tienen planes responsables de manejo ambiental, que respetan a sus comunidades en las zonas de influencia de sus proyectos y que generan beneficios económicos tiene un potencial de crecimiento exponencial y solo es cuestión que todos arrimemos el hombro para capitalizar ese potencial. La legalidad destruye la informalidad y si tomamos como ejemplo a Canadá (tercer país con más grandes reservas de agua dulce del planeta) o Australia (uno de los países con mayor biodiversidad del mundo), está claro que la cohabitación de actividades y cuidado del medio ambiente sí es posible y que los que dicen que no están mintiendo pues los verdaderos enemigos siempre fueron ellos.