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El Telégrafo

Venezuela y Chávez

09 de julio de 2011

Al cumplirse 200 años de la declaración de independencia de Venezuela, tal acontecimiento no puede desligarse de la figura del comandante Hugo Chávez Frías, presidente constitucional de esa República bolivariana. Las especiales circunstancias en las cuales se conmemora la magna fecha conducen a reflexiones referentes al rol desempeñado por Chávez desde hace dos décadas en los cambios estructurales que se están dando en la patria del Libertador.

Quizás la clave de los acontecimientos por venir esté en la declaración del Comandante en el sentido de que, al graduarse como militar, llevaba la espada que lo acreditaba como tal en una mano y en la otra el Diario del Che Guevara, convirtiéndose desde su juventud en un “militar revolucionario”. Desde esa perspectiva no podía ser indiferente a los grandes dolores de la Venezuela profunda, esa que vivía en la miseria en campos y barriadas de las grandes ciudades y que carecía de todo. No había escuelas ni atención médica. El destino de los niños estaba marcado desde su nacimiento hacia la delincuencia, la prostitución y la cárcel. Mientras la oligarquía se repartía el país, turnándose en el poder los dos partidos mayoritarios,  en los cuales  -con las excepciones de rigor-, el atraco a los fondos públicos era descarado y constante.

Frente a aquello se rebeló junto a un grupo de compañeros que como él se horrorizó ante la represión ejercida en el famoso “Caracazo” y, después de la prisión, retornó a la política. Llegó al corazón de su pueblo porque expresaba sus necesidades y sus aspiraciones.

Desde entonces, él y la mayoría de venezolanos han avanzado extraordinariamente. Los cambios son incontables y visibles. A pesar de sus amenazas -que llegaron al golpe de Estado-, la oposición continúa divorciada de los anhelos populares. Chávez ha sido, además, el paladín de la unidad latinoamericana y su colaboración con todos los pueblos que lo han solicitado ha sido cuantiosa e inmediata. Se han puesto las bases de la gran república que nos cobijará a todos. En esta coyuntura histórica los gobiernos progresistas de la región avanzamos hacia un destino común de desarrollo y justicia.

El penoso anuncio de su enfermedad enfrenta a Chávez, una vez más, a una gran batalla. A su destino personal está ligado en buena medida el de su nación y el de América Latina. Por ello desde aquí nos sumamos al grito amoroso de las multitudes de su país y le decimos:

¡Pa’ lante, Comandante! Latinoamérica lo necesita.

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